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28 de Abril,  Jujuy, Argentina
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El primer objetivo es la paz

Lunes, 03 de julio de 2023 01:00

El país entró a recorrer los últimos 40 días de campaña, rumbo hacia las primarias de agosto. Es obvio que será esta elección la bisagra que marcará el rumbo hacia los comicios de octubre, donde la Argentina finalmente resolverá el cambio de signo político o la continuidad del actual gobierno. Considerando las condiciones en que Argentina se encuentra, y todo lo que se juega en estas fechas, sería lógico que hiervan en las campañas, las exposiciones de ideas y propuestas, los debates para contraponer proyectos y para esclarecer a la gente acerca de las ofertas sobre su futuro.

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El país entró a recorrer los últimos 40 días de campaña, rumbo hacia las primarias de agosto. Es obvio que será esta elección la bisagra que marcará el rumbo hacia los comicios de octubre, donde la Argentina finalmente resolverá el cambio de signo político o la continuidad del actual gobierno. Considerando las condiciones en que Argentina se encuentra, y todo lo que se juega en estas fechas, sería lógico que hiervan en las campañas, las exposiciones de ideas y propuestas, los debates para contraponer proyectos y para esclarecer a la gente acerca de las ofertas sobre su futuro.

Sin embargo, todavía nada de eso aparece con claridad. La coalición gobernante no sale de su imposibilidad de consensuar el candidato nominado, y en la opositora parece que la interna todavía es más fuerte que el deseo de ganar. Pero, a contramano de ese panorama, en nuestra Provincia, los jujeños seguimos enfrascados en un dilema mucho más agudo y urgente: recuperar la paz social, volver a la normalidad laboral, y restablecer la convivencia.

Que todos quieran vivir en paz, parece una perogrullada. Sin embargo, Jujuy parece ser la excepción: cabalgando sobre reclamos legítimos de grandes sectores de trabajadores estatales, que piden mejores salarios y condiciones laborales se instaló la intransigencia de quienes fogonean la violencia como expresión extrema y única de hacer sentir sus exigencias.

Pero no es el único plano donde se desarrollan los conflictos: desde los dolorosos episodios vividos frente a la Legislatura jujeña, mientras se aprobaban las reformas a la Constitución Provincial, los escándalos no dejaron de trepar. Entonces fueron el intento de copar y quemar el palacio legislativo, el incendio de vehículos en la zona, y los destrozos en comercios y viviendas de barrios vecinos al centro.

Superado ese momento, se suceden los cortes de rutas en toda la Provincia, en algunos casos muy violentos, que mantienen a Jujuy prácticamente sitiada, y a voluntad de quienes apoyan los reclamos gremiales y reivindican los derechos de comunidades aborígenes, supuestamente conculcados por las reformas constitucionales.

El caso es que la intransigencia, obstaculiza el diálogo y endurece el clima laboral. Si bien algunos gremios y centrales de trabajadores aceptaron las mejoras posibles, particularmente en el ámbito docente, se mantienen los paros sin asistencia a los lugares de trabajo, a pesar de las reiteradas propuestas que el gobierno hace llegar constantemente a los dirigentes sindicales, y a pesar de la voluntad de muchos trabajadores de aceptar esas ofertas, volver a las aulas y seguir negociando.

Como se sabe, la docencia en huelga, es el costado más duro y sensible para una sociedad, que ve alterado el ritmo de su vida diaria. Pero se agregó otro giro inesperado al conflicto: al auténtico reclamo de "arriba los derechos" se sumó el absurdo "abajo la reforma". Aquellos son y deben ser motivo de diálogo, rondas maduras de discusión y acuerdos a través de las soluciones posibles.

Éste último, es simplemente el clásico objetivo de mantener un conflicto permanente para dislocar la vida de una sociedad en pos de algo que no tiene sentido. La reforma de la Constitución, se propuso, se votó, se discutió, se aprobó, se juró y está vigente. Todo democráticamente, y hasta los que siempre se opusieron, participaron de las elecciones y de los debates, hasta que sin posibilidades de imponer su idea, optaron por una retirada sin gloria.

La tenacidad del oficialismo radical logró su objetivo, la oposición peronista con hidalguía, logró imponer algunas ideas y frenar algunas pretensiones, y el resultado está vigente. Pero la política metió la cola.

Desde el gobierno nacional, el mismísimo presidente de la Nación, Alberto Fernández, se dio tiempo entre sus innumerables tareas y preocupaciones, para instruir a sus abogados a llevar a la Corte Suprema el cuestionamiento por la reforma.

Hasta este desaguisado presidencial, sería razonablemente aceptable, si en ese punto, todos, los que están a favor y en contra, ya hubiesen bajado la contienda en las calles y las rutas, esperando que el máximo tribunal de la Nación resuelva el tema sin violencia. Pero la violencia sigue, ya por la violencia misma. La justicia Federal dio orden a la Gendarmería de cuidar a los que cortan rutas, en vez de evitar la flagrante comisión del delito en cuestión.

Legisladores del oficialismo nacional levantan la voz ya exigiendo hasta la intervención de la Justicia jujeña y del mismísimo gobierno de Gerardo Morales. Ya las pretensiones rozan el ridículo, que sería digno de un relato de realismo mágico, si no fuera que contribuye al drama cotidiano de mantener a Jujuy en pie de guerra, quizás esperando, o tal vez hasta promoviendo una tragedia mayor.

Esto casi ocurre en la histórica y bella Humahuaca, donde una ordenanza municipal, sacada con fórceps en la fría madrugada quebradeña dice que "el pueblo de Humahuaca" rechaza la reforma. Los concejales debieron salir custodiados en medio de un feroz combate entre policías y manifestantes. Entre éstos, según denunció el jefe de Policía Horacio Herbas Mejías, habría gente de Buenos Aires que con la cara cubierta arengaban a los violentos. Como ocurre siempre en estos casos. Como ocurrió el "día de la Legislatura". El resultado, heridos graves de ambos bandos y una ciudad convulsionada.

Ya es obvio que los de siempre, los que jamás lograrán ni acceder al gobierno, ni imponer sus voluntades o sus ideas, mediante el voto popular, el sentido común o la razón, intentan hacerlo por la fuerza, enredados en el escándalo, en la violencia.

Y en el más duro enfrentamiento de jujeños contra jujeños, donde ellos, aquellos personeros e instigadores de la profanación de la paz social, destructores de la discusión madura y civilizada, nunca se expondrán a un golpe, porque siempre permanecerán a cubierto en los conos de sombra de la "autoría intelectual" de los desmanes.

Los atentados de los violentos son directos ataques a la institucionalidad de Jujuy. La lucha sindical, altruista y respetable batalla por la dignidad de los trabajadores. Los primeros, muchas veces ganaron en Jujuy, jamás resolvieron los problemas por los que decían luchar. Los segundos, deben estar en el centro del diálogo y la razón y dentro de los límites de lo posible.

Es imperioso recuperar el estilo de vida de los jujeños, mujeres y hombres sencillos, laboriosos, creativos y pacíficos.