Por: Mauro Rodríguez
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Por: Mauro Rodríguez
En los últimos años las dificultades de aprendizaje, como la dislexia, ganaron más visibilidad y conciencia en los ámbitos escolares y familiares. Esto delata la importancia de dar un espacio a los especialistas psicopedagógicos para acompañar a los alumnos y brindar herramientas que beneficien a su trayectoria escolar.
Adriana Baspineiro, licenciada en Psicopedagogía MP 102 y directora del equipo interdisciplinario "Huellas Jujuy", dialogó con El Tribuno de Jujuy sobre dicha problemática. Al respecto, mencionó que si bien se incrementaron las consultas sobre dislexia, de ellas algunas si lo son pero otras no. "Hay que entender que hay toda una predisposición genética que se activa por diferentes factores y termina expresándose como dislexia, uno no se 'convierte' en disléxico", señaló.
Asimismo, aún se está padeciendo las consecuencias de la pandemia. "Hasta el primer ciclo tenemos el período donde se espera que el estudiante pueda apropiarse de la lectoescritura, porque es un proceso y no se aprende de la noche a la mañana. La mayoría de los alumnos que están en tercer o cuarto grado (durante pandemia estaban en primero o jardín) tienen esta consecuencia. No fueron a clases presenciales, algo que retrasó el proceso de adquisición de lectoescritura", dijo.
También explicó que la dislexia es un modo de procesar la información diferente. "Como todas las personas, desde un enfoque de neurodiversidad, tienen su fortaleza y sus debilidades. Las personas con dislexia tienen una gran fortaleza en su hemisferio derecho del cerebro, son muy creativos, por eso son buenos en la oralidad, lo gesticular, el arte, la comprensión y memoria a largo plazo", aclaró.
Consultada sobre indicadores a los que hay que prestar atención ante un posible caso, manifestó que "hay algunos que son tempranos, y que se dan en la primer infancia (0 a 3 años). Si un niño está demorado en sus primeras palabras y en el lenguaje, y los padres hacen la consulta correspondiente, se puede prevenir. En el jardín, por ejemplo cuesta aprender la nominación rápida, vocabulario, palabras nuevas, puede costar aprender colores, días de la semana o rimas. En más grandes, el abecedario o tablas de multiplicar suelen costar. También hay chicos que tienen una fortaleza en la oralidad, sin embargo su rendimiento en la escritura no va de la mano. Esta discrepancia es llamativa y tiene que ser un indicador", recalcó.
Baspineiro también expresó que es muy importante el rol en las instituciones educativas. "Dependerá de la gravedad, hay quienes tienen dislexia leve y otros más severa, en relación a eso se hace un acompañamiento. Junto a 'Huellas Jujuy' trabajamos con un equipo interdisciplinario, en dislexia intervienen las profesoras de Educación Especial. El mismo acompaña la trayectoria escolar, entonces se trabaja sobre las fortalezas y debilidades y se hace la articulación con la escuela. Va el equipo a la institución, hacen los acuerdos y en función a las necesidades de cada estudiante se plantea adecuaciones de accesos o los apoyos que estos chicos necesitarán, que son básicamente los que dice la Ley de Dislexia 27.306: priorizar lo oral, no exponerlos a leer delante de otros chicos, considerar los mismos criterios en las evaluaciones, no necesitan una maestra integradora ni itinerante, también facilitar el uso de computadoras o tics que ayuden a compensar las dificultades, evitar copiados o dictados extenso, trabajar en forma interdisciplinaria e integral".
Comentó que es muy importante diferenciar entre un caso de dislexia y un retraso en la lectoescritura. "Para hacer una detección o diagnóstico, evaluamos funciones cognitivas. Por ejemplo, debe existir 6 meses de ciertas conductas o carencias, discrepancia, descenso en funciones de memoria inmediata, y demás criterios que el psicopedagogo tiene en cuenta".