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Y la tercera... fue la vencida

Miércoles, 19 de abril de 2023 00:58

Era cosa de Dios. Debía ser así. Había que insistir para cumplir los designios que estaban fijados. Porque la primera fundación de la ciudad capital de la provincia de Jujuy, fue un 20 de agosto de 1561, porque las autoridades de la colonia ya habían descubierto la importancia geoestratégica del valle de Jujuy, para el tránsito entre la capital del virreinato del Rio de La Plata y el del Alto Perú. El fundador fue don Juan Pérez de Zurita, quien rodeado con un puñado de arriesgados aventureros, plantaron el rollo fundacional en donde hoy está la Plaza Hipólito Irigoyen, y fundaron la Ciudad de Nieva, en honor al entones flamante virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva.

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Era cosa de Dios. Debía ser así. Había que insistir para cumplir los designios que estaban fijados. Porque la primera fundación de la ciudad capital de la provincia de Jujuy, fue un 20 de agosto de 1561, porque las autoridades de la colonia ya habían descubierto la importancia geoestratégica del valle de Jujuy, para el tránsito entre la capital del virreinato del Rio de La Plata y el del Alto Perú. El fundador fue don Juan Pérez de Zurita, quien rodeado con un puñado de arriesgados aventureros, plantaron el rollo fundacional en donde hoy está la Plaza Hipólito Irigoyen, y fundaron la Ciudad de Nieva, en honor al entones flamante virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva.

Hoy el sitio es el centro del coqueto barrio Ciudad de Nieva. Pero como las internas en "el nuevo mundo" ya eran terribles, desde la Gobernación de Chile se ordenó que Zurita fuera reemplazado por don Gregorio de Castañeda. La población, instalada en el bello balcón desde donde se dominaba la confluencia de los ríos grande y chico, constaba de una dotación de 30 soldados españoles y vecinos traídos desde la ciudad de La Plata, (hoy Sucre, Bolivia), cada uno con sus respectivas cédulas de posesión de tierras, y encomiendas de indios de Casabindo, Humahuaca, Jujuy y Salta. La joven ciudad sobrevivió hasta 1563, a duras penas. El cacique Juan Calchaquí, jefe del pueblo Tolombón, arrasó el poblado, harto de las condiciones de esclavitud que imponía Castañeda.

Catorce años después por orden del virrey del Perú, Francisco Toledo, don Pedro Ortiz de Zárate abandonó la intensa campaña en contra de los aborígenes chiriguanos y cumplió la tarea de volver a fundar la ciudad en el lugar elegido. El nuevo asentamiento se llamó Ciudad de San Francisco en la nueva Provincia de Álava, se lo ubicó en la zona hoy conocida como Punta Diamante, y se data su fundación un 13 de Octubre de 1575. La dotación eran apenas 70 hombres, 50 venidos desde Potosí y Sucre, y 20 enviados por el gobernador de Tucumán, Gonzalo de Abreu. Pero otra vez las internas del poder interrumpieron en la escena. Ortíz de Zárate fue enviado a reforzar a los españoles que luchaban contra los bravos Calchaquíes en territorio salteño.

La ciudad de Álava desguarnecida, fue arrasada, esta vez por los Omaguacas. Dicen que fue una masacre: los pocos que habían quedado, fueron rodeados y atravesados a lanzazos cuando intentaron resistirse o huir. La masacre ocurrió un 25 de mayo de 1576 y allí murió también la ciudad.