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“Traté de darle una coherencia a mi tránsito por el teatro en Jujuy”

Una de las tantas expresiones de un maestro como Rubén "Chuña" Iriarte, quien falleció recientemente.Su herencia en el teatro y su gente va mucho más allá de sus obras. Su abrazo y su sonrisa pintan su entrega. 
Lunes, 06 de marzo de 2023 01:00

"El teatro es renunciar a todas las cosas individuales y privilegiar lo general. En el teatro hay que aprender a trabajar en comunidad, en el bien común. La única vedette es la obra", decía Rubén "Chuña" Iriarte, allá por el 2009 cuando lo entrevisté para una investigación sobre la evolución del teatro en Jujuy.

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"El teatro es renunciar a todas las cosas individuales y privilegiar lo general. En el teatro hay que aprender a trabajar en comunidad, en el bien común. La única vedette es la obra", decía Rubén "Chuña" Iriarte, allá por el 2009 cuando lo entrevisté para una investigación sobre la evolución del teatro en Jujuy.

Hoy hace un mes de su partida, y todos los que amamos el teatro seguimos digiriendo su legado y su ausencia. Ausencia que al ser la de un creador, se hará con el tiempo llevadera, cuando prestemos atención a su presencia en lo heredado.

El querido y reconocido "Chuña" falleció el 6 de febrero pasado y dejó, además de una radiante sonrisa constante que abrazaba, historias, obras, enseñanzas, grupos, amigos, consejos, aportes, un teatro con dos salas en su propia casa, los títeres de El Quitupí como anfitriones, y siempre, siempre, fue fuente de consulta para artistas y periodistas que buscamos respuestas y reflexiones acertadas a las distintas situaciones. Supo hablarme de la relación entre el teatro "viejo" y el teatro "nuevo", allá por 2009, cuando buscábamos desandar las nuevas expresiones; supo hablar de la necesidad del teatro diciendo lo que pasa en nuestra historia y en nuestra realidad social; y también supo hablar del regreso a la presencialidad y la necesidad de que ocurriera, luego de la pandemia, a pesar de que podían entrar pocos espectadores a su sala, y eso no cubría los costos siquiera de encender las luces; por mencionar sólo algunas cuestiones en las que cautamente demostraba lo especial de su vocación.

Fue un conciliador, promotor de la fusión de generaciones y formas de hacer teatro. Estaba justo en el medio del teatro más tradicional y conservador, de autor y grandes escenografías de los años 60-70 y el teatro experimental que había surgido fuertemente en la primera década de este siglo. Hablada de los roles de autor y director, que antes había sido repartido entre dos artistas, y de repente se empezaban a fusionar en una misma persona, de las grandes escenografías y de los espacios escénicos despojados, del texto de punta a punta, y de los silencios que comenzaban a tomar protagonismo. Pero, concluía en ese momento (2009) que "se han empezado a recuperar esos roles, se ha comprendido que lo viejo o lo que se hacía antes no era tan arcaico, ni tan malo, y los viejos también han entendido que lo que se hace ahora tampoco es malo, sino que entre los dos debe haber un punto, una mezcla. Se produce una hibridación, se funden los límites. Afortunadamente eso ahora en Jujuy, está pasando".

Lo que se dice

Todo lo que decía, lo llevaba a la práctica, porque él trabajó con varias generaciones, las que se habían formado con él en el grupo La Escena, y las que luego acudieron a él para alguna dirección o asesoramiento.

Otra de sus fuertes convicciones que reflejó con su trabajo fue la de siempre dejar un mensaje. "He tratado de darle una coherencia a mi tránsito por el teatro en Jujuy. Es esencial lo que voy a decir. Respecto de cómo lo voy a hacer, siempre tengo una idea. Lo que no cambio es el discurso, para mí es fundamental pensar de qué voy a hablar, y si eso es importante para la gente. Trabajo con distintos grupos y distintos directores, siempre teniendo en cuenta el entorno y el contexto", explicaba en oportunidad de haber ganado la fiesta provincial, con "Casa de piedra", interpretada por Vicky Mamaní y con su dirección, hace algunos años.

"Yo creo que el teatro debe tener algún compromiso, algún discurso, yo creo en eso. Que hay un mensaje, una visión, que no es la única por supuesto pero que está", expresó en una charla, y se explayó: "Cuando hicimos 'El Partener' tenía un mensaje, un discurso, en 'Hay que apagar el fuego' y 'Cuatro caballetes' hay un alegato a la vida, con 'Conejo' hay una postura ante determinadas cosas, con lo que hacemos con Vicky hay una denuncia y una historización sobre el trato a la mujer (sobre 'Acero y Cristal'). Siempre yo creo que hay algo. Si uno dice teatro y dice Shakespare, hay alusión a la avaricia, a la traición, a los celos, a cosas que hacen al hombre. Después si hay otras cosas que pueden ayudar, más poéticas, etc. Me gusta que el teatro tenga un compromiso, pero que no quede cerrado, sino que abra la discusión", exponía con muchísima humildad.

A lo largo de décadas de trayectoria, pasó por todos los roles y diferentes propuestas, actor, director, etc., y además hizo desde teatro para niños en su momento, y en 2013, entrevistado por haber ganado con "Casa de piedra" la Fiesta Provincial del Teatro de Jujuy, expresaba su preocupación por la falta de espectáculos para niños, y recordaba que con Juan Carlos Estopiñán, el director y fundador del grupo La Escena, en el que el "Chuña" se formó, "trabajamos muchísimo para niños, con 'Corazón de bizcochuelo', 'El espantapájaros que quería ser rey', 'La niña de la Puna', etc., etc."

Con los años, fue quien quedó al frente del grupo cuando Estopiñán se fue a Venezuela. Lo reflotó como Nueva Escena.

También formó parte de la primera compañía de títeres de la provincia, El Quitupí, de Nélida Pizarro de Fidalgo, y con el tiempo, los muñecos de sus producciones que tuvieron trascendencia nacional fueron recuperados por "Chuña" y se exhibieron en su teatro El Pasillo, otro de los logros-sueños que se le cumplieron.

Hoy, esos títeres son quienes reciben al público en el ingreso al teatro.

Y quizás esta sala, de la que ya hablaba en 2009 como un proyecto, que luego se concretó y le dio tanto a la escena jujeña, tiene que ver con su idea de priorizar al público como parte necesaria de todo: "El teatro es participativo, es una producción que se hace en conjunto, en donde el público es otro más, es el que cierra el espectáculo, también participa, porque desde el escenario se siente la adhesión o el rechazo del público", decía.

Teatro de oro

Finalmente, sobre la calidad del teatro decía: "Cuando hay un trabajo bien hecho y serio, se ve. Te puede gustar o no te puede gustar, son dos cosas distintas, pero una cosa es la chafarronería, otra cosa es la bijouterie y otra es la joya. Te puede gustar la joya o no, pero es oro, la bijouterie no".

Su teatro, el que lo tuvo como actor, titiritero, director, dueño de sala, jurado, etc., claramente fue oro. Trabajó con innumerables compañías y actores de Jujuy, de Argentina y de otros países. Todavía seguimos de duelo, pero empezamos a degustar sus enseñanzas, para recuperar la felicidad que un buen artista y una buena persona supo provocar.

Hablemos de trayectoria

Rubén “Chuña” Iriarte trabajó en la actuación, dirección y producción de teatro y teatro de títeres; en actuación y producción de radio teatro; y actuó también en cine y televisión. Fue gestor cultural desde la organización y la creación, y en su formación profesional debemos mencionar que fue profesor de Teatro del Servicio de Capacitación Pedagógica Docente, para Directores de Teatro del Ministerio de Educación de la Provincia; y licenciado en Gestión y Producción Teatral de la Universidad Nacional de Cuyo. Su tesis a defensa fue “El primer teatro de títeres de Jujuy”.

Trabajó como actor en “Las Cartas de Don Juan”, en 1969, con el Grupo Instituto Nacional del Profesorado Jujuy; “Locos de Verano”, en 1982, con la Comedia Estable de Jujuy, dirigido por Carlos Palacios; “La fiaca” y “La cama y el sofá”, en 1982 con el grupo Nuevo Teatro, dirigidas por Hugo Quiroga; “He visto a Dios” y “Mustafá”, en 1983, con la Comedia Estable y dirección de Palacios; como invitado del Grupo Juventus, en “Antígona” como invitado con dirección de Hernán Suárez, en 1983; ese año también fue cantante de la Opereta Colage “Infierno Grande, Pueblo Chico”, dirigida por Nestor Masuelli y Carlos Palacios, con participación de la Escuela Provincial de Danza y la Orquesta de Cámara de la Provincia y Comedia Estable.

También, en la década del 80, “El médico a palos”; “La Muerte de un Viajante”; “Pluf el Fantasmita”; “El espantapájaros que quería ser rey”; “El Sol se Oculta”; “Quien Yo”; “Corazón de Bizcochuelo”; “El Diablo en el Conventillo”, “Los Disfrazados”; “Tupac Amaru”; y “Caballito azul”. En los 90 fueron “El guiso caliente” y “El Nuevo Mundo”; y a partir del 2000, “El Partener”, “Cuatro Caballetes”, “Venecia” de Jorge Accame, “El Angustiado”, “Mastroiani y el Gas”, “Casa de Piedra”, “ Muñeca Brava”, “Rodillas Negras”, “Respiro” y “Suspiro de ausencias”.

El director

Como director de distintas puestas, también cuenta con una larga lista de entregas, como “Ya tiene cuentero el pueblo”, con Damián Tito Guerra como autor y actor; y “El caballito azul”. En 1989 asumió la dirección del Grupo Nueva Escena hasta su fallecimiento. El grupo se había fundado en 1956 con Juan Carlos Estopiñán, uno de sus maestros, y siguió en actividad hasta la actualidad. En 1990 dirigió “Socorro quiero Soñar”, del grupo Harmonía del Centro de Estudios Musicales; en 1991 “Al Desnudo” del Taller de Teatro Escuela Armada Argentina Nº 2; en 2022 “El Partener”; y siguió en años posteriores con “Hay que apagar el fuego”, “La poesía y nosotros”, “Conejo”, “Romancito”, “Acero y Cristal”, “El angustiado”, “Casa de piedra” y “La niña del cerro”. Como asistente de dirección trabajó en “Esperando la Carroza”, con producción del Teatro Nacional Cervantes y Teatro Mitre de Jujuy y dirección de Suárez Marsans; y de “Venecia” de Jorge Accame, con producción de la Secretaría de Cultura de Jujuy. En la disciplina títeres, fue actor del grupo El Quitupí desde 1969 hasta 1976; y del Teatro de Títeres “Fundación Horacio Guzmán” desde 1980 hasta 1994.

En radioteatro

Trabajó como actor de radioteatros como “La señora ministra”, dirigida por Rubén Stela, 2007; entre otros.

En cine

También incursionó en la pantalla grande actuando en “Expreso a la Emboscada”, junto a Ricardo Darín, Oscar Martínez, Hugo Arana y Federcico Lupi, entre otros, en 1986; en “La última siembre”, en 1990; en “Casa de Fuego”, en 1995; en la serie de ficción “9 Días buscando Norte”; “La desaparecida” en 2012; “Una rosa para ella”, en 2012; en la serie “Timberos” en 2015.