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Arte en chala, delicadeza y originalidad en miniatura

Mirta Aisama es la artesana que ofrece figuras femeninas que honran las costumbres de Quebrada y Puna.
Viernes, 31 de marzo de 2023 01:03

Cuando la paciencia y el ingenio se unen, nace lo maravilloso que es ideado por la mente y creado entre manos sabias. Desde un rincón del recuerdo salió a la luz la imaginación de una artesana, presta a aparecer en el momento justo. Dueña de un don especial, Mirta Aisama enaltece la cultura kolla en piezas que mucho tienen para decir. Es que esta jujeña da lo que siente en su mejor versión, proponiendo una nueva vida en mini esculturas muy especiales, donde la chala de choclo no es un descarte sino el alma de su arte bien elaborado, que la hace feliz. Y es que las réplicas en las imágenes de costumbres se hacen cercanas, gracias a la inspiración que brota con un movimiento peculiar en cada una de las piezas.

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Cuando la paciencia y el ingenio se unen, nace lo maravilloso que es ideado por la mente y creado entre manos sabias. Desde un rincón del recuerdo salió a la luz la imaginación de una artesana, presta a aparecer en el momento justo. Dueña de un don especial, Mirta Aisama enaltece la cultura kolla en piezas que mucho tienen para decir. Es que esta jujeña da lo que siente en su mejor versión, proponiendo una nueva vida en mini esculturas muy especiales, donde la chala de choclo no es un descarte sino el alma de su arte bien elaborado, que la hace feliz. Y es que las réplicas en las imágenes de costumbres se hacen cercanas, gracias a la inspiración que brota con un movimiento peculiar en cada una de las piezas.

"Trato de darle vida a la chala con mi artesanía y mostrar las tradiciones de la gente del norte", aseguró la artista que deja su corazón en figuras hechas con minuciosidad. Con la mirada puesta en el detalle mínimo, las piezas elevan la figura femenina al máximo, junto al trabajo artesanal y a los hábitos que -desde Puna y Quebrada- se hacen visibles en lo cotidiano. La dulzura de una madre amamantando a su niño, se mezcla con la tamalera; a su lado una chichera y a un costado, la vendedora de ollas marca la técnica ancestral en una vasija de arcilla mientras la tamalera ofrece en bandeja, su alimento a base de maíz. Todas son felices. Y cada una es un universo de por sí. Porque así, le hacen frente al mundo e irradian la magia de una labor espectacular que enlaza delicadeza y originalidad. Pero este arte que sorprende cualquier mirada por la pequeñez que presenta - milimétricamente perfecta- tiene un principio, un proceso y un fin.

VENDEDORA DE TAMALES | CONJUNCIÓN MILIMÉTRICA DE HABILIDAD E INGENIO.

"Primero se buscan chalas de choclo en buen estado, se las limpia y se las hace secar. Después de secadas, se las tiñe y, para darle movimiento, le pongo alambre. Después los accesorios son cañitas y cerámica", contó. En muchas de ellas, los niños son esenciales. Se pueden apreciar observando o ayudando, pero siempre fieles a la compañía de su madre.

"Lo hago con gusto, me gusta que haya chiquitos, que las madres los tengan en aguayos a kepi", explicó. El colorido en cada prenda tiene un toque de distinción que la hace, una realización exclusiva.

MIRTA AISAMA | ARTESANA EN CHALA DE CHOCLO, ORGULLOSA DE SU SABER.

"Se seca la chala, después se tiñe del tono elegido y hay que volver a humedecer para trabajarlas y darles el movimiento y tener cuidado de que no se amojoseen.

Hay que tenerla en un lugar seco, donde no haya humedad. Luego solita se seca y queda endurecida". En otra de las figuras, la cáscara de un maní fue una suerte de charango para los artistas en la escena. Y el encanto de esos vientistas se destacó en las cañas entrecruzadas con el misticismo de lo autóctono y frágil, a la vez.

AMOR MATERNAL | UNA MUJER QUE SOSTIENE TIERNAMENTE SU PEQUEÑO HIJO

Hacer objetos en miniatura brilla en un saber poco convencional, que se hace artesanal respetando las proporciones. En las vendedoras de platos regionales ocurre que es toda una aventura elaborar las humitas y los tamales. Tal como lo es la preparación gastronómica que lleva su paso a paso, la recreación en milímetros es toda una osadía.

"Me encanta como queda y ponerle tanta dedicación, lleva tiempo y atarlos, más. Cuido que las manos sean adecuadas a las figuras y a lo que sostienen", contó Aisama. Más atrás, asoma otra mujer kolla moliendo el maíz en un mortero y, a su lado, una nueva escultura en chala que hila la lana con la pushka, con un niño en su vientre.

CON LA PUSHKA | Y UNA GRAN HABILIDAD QUE SE HACE NOTABLE ENTRE SUS MANOS.

Lo que más resalta en ellas son sus trenzas. Una labor que conlleva dedicación y compromiso, en igual medida. "El pelito se hace justamente con el pelo del choclo, es hacerlo secar y después le voy dando la formita de las simbas. Antes lo teñía al cabello en negro, pero se me despedazaba por el calor y el agua caliente. Así que lo pinté de otra manera", dijo la artesana que toma como terapia este saber que ama hacer.

"Hay que tener paciencia, eso es lo principal. Mi papá me sabía ver trabajar y me decía: 'Esto es un trabajo de hormiga y muy lindo', por hacer todo chiquitito que es lo que más lleva su tiempo", finalizó Aisama, la creativa que después de treinta años volvió a ofrecer su forma de concebir el arte.

 

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