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El discurso de Alberto Fernández, de menor a mayor, hasta el alboroto

Pidió a la Justicia reactivar la investigación por el atentado y denunció persecución judicial. El acto finalizó con unos entonando la marcha peronista y otros, un "hit" irónico dedicado a Alberto.

Jueves, 02 de marzo de 2023 01:02

La última Asamblea Legislativa de Alberto Fernández de su mandato fue una obra dividida en dos actos bien marcados. La apertura fue bien protocolar, con arreglo a los formalismos institucionales de una ceremonia tradicional de la democracia, sin las desviaciones típicas de ediciones anteriores.

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La última Asamblea Legislativa de Alberto Fernández de su mandato fue una obra dividida en dos actos bien marcados. La apertura fue bien protocolar, con arreglo a los formalismos institucionales de una ceremonia tradicional de la democracia, sin las desviaciones típicas de ediciones anteriores.

 

"Hace seis meses estuvimos frente a uno de los episodios más desgraciados: el intento de asesinato de la Vicepresidenta".

 

Cuando promediaba el discurso, el Presidente abrió fuego contra la Corte Suprema y allí la escena se desmadró estrepitosamente, convirtiendo el recinto en una suerte de gallinero.

Alberto Fernández comenzó a desarrollar su mensaje con un tono apagado y descolorido, casi monocorde, al punto que la bancada del Frente de Todos debió realizar denodados esfuerzos para aplaudirlo. No hubo arengas ni cánticos militantes, más bien indiferencia.

Del otro lado, la oposición siguió la marcha del discurso con caras largas y elocuentes gestos de aburrimiento.

El diputado nacional de Juntos por el Cambio Ricardo López Murphy, literalmente, se quedó dormido en su pupitre y varias veces su par sentado a su lado debió pellizcarlo para que se despabile.

Se mantuvieron en silencio sepulcral durante toda esa primera parte y no le concedieron un solo aplauso al presidente, con la mera excepción del momento en que hizo alusión a la soberanía argentina de las islas Malvinas.

Hubo un punto en común en ese sentido con la vicepresidenta Cristina Kirchner, la incómoda anfitriona de la ceremonia, que no aplaudió al mandatario en ningún momento.

Mantuvo la corrección política, no hizo gesticulaciones o ademanes que se presten a interpretaciones, pero no regaló un ápice de afecto. La última vez que se habían visto las caras había sido el 2 de septiembre del año pasado, el día posterior al intento de magnicidio.

Y públicamente habían pasado nueve meses: el 3 de junio compartieron un acto en Tecnópolis por los 100 años de YPF en que ella le dijo que no tuviera miedo en "usar la lapicera" para tomar decisiones.

Así y todo el Presidente se esforzó en congraciarse con su vice, como cuando denunció la persecución judicial y pidió a la Justicia que reactive la investigación por el atentado.

El discurso de Fernández tuvo tramos en que la narrativa adquirió tonalidades nostálgicas, como cuando dijo estar convencido de haber "dejado los cimientos sobre los cuales construir el gran país que soñamos".

Hubo en su mensaje una reivindicación de la gestión y una enumeración minuciosa de cada uno de los logros que le atribuye a su presidencia, pero careció de una proyección a futuro. En cualquier caso, las definiciones de candidaturas quedarán para más adelante.

A diferencia de otras asambleas legislativas, esta vez no abundó en pedidos de leyes a los legisladores. Se limitó a pedir por un nuevo proyecto de expansión educativa para pasar del 6 al 8% del PBI hacia 2030.

Massa se ubicó en uno de los palcos junto a otros ex presidentes de la Cámara baja, y no en el rectángulo reservado para los miembros del Gabinete.

La vicepresidenta festejó que para presidir la Asamblea Legislativa hubieran por primera vez en la historia tres mujeres: ella como jefa del Senado, Cecilia Moreau como titular de la Cámara baja, y Claudia Ledesma Abdala de Zamora como presidenta provisional del Senado.

Más allá del faltazo de Máximo Kirchner, hubo algunas ausencias notorias entre los gobernadores. Por ejemplo estuvo Axel Kicillof, y tampoco Omar Perotti o Juan Schiaretti.

Apenas se dignaron a presenciar el acto cinco gobernadores peronistas, y también el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que llegó con el discurso ya iniciado.

El flamante precandidato a presidente del PRO regañó girando la cabeza cuando el jefe de Estado acusó a la Ciudad de haberse quedado con recursos coparticipables que no correspondían gracias a una cautelar que negoció con la Corte Suprema de Justicia. .

Ese fue el momento bisagra, porque la atmósfera cambió rotundamente. Legisladores de Juntos por el Cambio empezaron a vociferar, a levantarse de sus bancas, a hacer gesticulaciones de disgusto.

Si los jueces Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, sentados en primera fila, salieron airosos al comienzo de la sesión, no corrieron la misma suerte cuando el presidente desenfundó furibundas críticas contra ellos.

El mandatario les echó en cara todas las acusaciones que se están tramitando en el juicio político que los tiene como acusados.

Pese a todo, mantuvieron la expresión rígida de sus rostros, con la mirada fija al vacío, aparentemente impertérritos ante los ataques públicos a los que estaban siendo sometidos.

En su defensa salieron a los gritos representantes de la oposición y en un momento dado, decidieron que la mejor forma de hacer frente al mandatario era a través de la ridiculización.

"Borombonbón, borombonbón, para Alberto, la reelección", recitaban en modo cancha de fútbol, con Cristian Ritondo y Luis Naidenoff como cabecillas de la barra.

Después de dos horas de discurso, el espectáculo terminó con la bancada del Frente de Todos entonando las primeras estrofas de la Marcha Peronista, aunque no pudieron terminar el ritual porque la locutora decretó el final de la sesión y en pocos minutos el recinto se vació por completo.

 

-"A lo largo de estos tres años hemos trabajado mucho; hemos alcanzado objetivos. De seguro hemos cometido errores".
"No necesitamos al FMI para saber que debemos lograr el equilibrio fiscal. No persistir con políticas que generan déficit".
"El Poder Judicial no cuenta con la confianza pública, no funciona eficazmente y no muestra la independencia requerida".
"Argentina ha vuelto a ocupar un lugar en el concierto de las naciones" basa en el "multilateralismo cooperativo".