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¿De unidad?... ¡mejor ni hablar!

Lunes, 13 de marzo de 2023 01:03

Esta será una semana muy importante. Especialmente para los jujeños, porque el miércoles por la tarde, en el colosal Gran Rex a 200 metros del mítico Obelisco de la ciudad de Buenos Aires, Gerardo Morales, el GM, estará iniciando el tramo más importante de su vida política con el lanzamiento formal de su precandidatura presidencial. No son nuevas estas lides para él, recordemos que un 21 de julio de 2007, en Purmamarca, se presentaba la fórmula presidencial de UNA (Una Nación Avanzada), integrada por el exministro de Economía Roberto Lavagna y el joven senador jujeño Gerardo Morales. Competirían contra Cristina Elisabet Fernández de Kircher, pingüina ungida por la vara mágica de Néstor, y el radical Julio Cobos. Lo demás es historia conocida. Pero el GM, esta vez, se juega muchísimo: encabezar la fórmula que finalmente se componga "pos-Paso"; tener al mismo tiempo la responsabilidad de presidir y representar a la Unión Cívica Radical nacional (díscolo partido más antiguo del país y con presencia territorial desde La Quiaca a la Antártida); llegar a este enclave en la Capital Federal desde el más profundo interior del país, desde una provincia que aporta ínfimos volúmenes de votos en una elección nacional; tener que enfrentar la despótica jungla política porteña enquistada no sólo en fuertes bolsones de su propio partido, sino que ejercen preeminencia casi absoluta en sus socios del PRO de Mauricio Macri y de la Coalición Cívica de Lilita Carrió. Realmente la patriada emprendida por el GM es monumental, y a los jujeños, a todos, sean simpatizantes o adversarios del hoy gobernador, les importa sobremanera, aunque algunos no lo admitan en "on", que se cumpliera el sueño de tener un presidente de la Nación jujeño. Lo que falta hasta las elecciones no será un camino ni pavimentado ni bien iluminado. Pero al GM le sobran cuero y vocación.

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Esta será una semana muy importante. Especialmente para los jujeños, porque el miércoles por la tarde, en el colosal Gran Rex a 200 metros del mítico Obelisco de la ciudad de Buenos Aires, Gerardo Morales, el GM, estará iniciando el tramo más importante de su vida política con el lanzamiento formal de su precandidatura presidencial. No son nuevas estas lides para él, recordemos que un 21 de julio de 2007, en Purmamarca, se presentaba la fórmula presidencial de UNA (Una Nación Avanzada), integrada por el exministro de Economía Roberto Lavagna y el joven senador jujeño Gerardo Morales. Competirían contra Cristina Elisabet Fernández de Kircher, pingüina ungida por la vara mágica de Néstor, y el radical Julio Cobos. Lo demás es historia conocida. Pero el GM, esta vez, se juega muchísimo: encabezar la fórmula que finalmente se componga "pos-Paso"; tener al mismo tiempo la responsabilidad de presidir y representar a la Unión Cívica Radical nacional (díscolo partido más antiguo del país y con presencia territorial desde La Quiaca a la Antártida); llegar a este enclave en la Capital Federal desde el más profundo interior del país, desde una provincia que aporta ínfimos volúmenes de votos en una elección nacional; tener que enfrentar la despótica jungla política porteña enquistada no sólo en fuertes bolsones de su propio partido, sino que ejercen preeminencia casi absoluta en sus socios del PRO de Mauricio Macri y de la Coalición Cívica de Lilita Carrió. Realmente la patriada emprendida por el GM es monumental, y a los jujeños, a todos, sean simpatizantes o adversarios del hoy gobernador, les importa sobremanera, aunque algunos no lo admitan en "on", que se cumpliera el sueño de tener un presidente de la Nación jujeño. Lo que falta hasta las elecciones no será un camino ni pavimentado ni bien iluminado. Pero al GM le sobran cuero y vocación.

Aunque el GM es uno de los que más ha bregado y testimoniado que la unidad de Juntos por el Cambio es indestructible, por muchos costados del armado nacional, esa estructura está perdiendo presión. En Mendoza, por el enfrentamiento entre Alfredo Cornejo, amigo de Patricia Bullrich, y Omar De Marchi, amigo de Larreta. En Tucumán, las disputas por el protagonismo entre Roberto Sánchez, Germán Alfaro y Cano están haciendo crujir el andamiaje de JxC. Y más lejanos, se escuchan estampidas desde Neuquén, Río Negro y Chubut, y en las últimas horas se sumó la ruptura en Tierra del Fuego, dio cuenta de que los candidatos del PRO irán a las elecciones por fuera de la alianza.

Cada escandalete en cualquier rincón del país repercute en la vida y la campaña del GM que debe multiplicarse para atender igual lo grande y a veces lo insignificante, por aquello que hasta el pelo más delgado hace su sombra en el suelo. Y no es todo, cada episodio esmerila el armado de las alianzas internas que hoy, tienen alineado al gobernador jujeño con el jefe de la Caba y con Carrió, y a muchos dirigentes radicales del lado de Patricia Bullrich y de Macri. No es lo único: el propio GM viene advirtiendo que Javier Milei, el libertario, sigue creciendo casi sin necesidad de hacer campaña, frente a las rencillas de los cambiemitas que siembran incertidumbre y a los encontronazos del Frente de Todos, que siembran hartazgo y rechazo en los votantes que se preguntan cómo gobernarán si ganan. El GM, ávido seguidor de sondeos y encuestas, sabe que hoy los centenials y los millenials, franja de votantes entre los 16 y los 35 años, sólo expresan desprecio por la clase política en general. El GM advierte los riesgos de esta situación, pero hasta aquí, repica en el desierto. Si el mensaje del Gran Rex fortalece su posición, y logra llamar la atención sobre lo que espera la gente, en su entorno están seguros de que las encuestas lo depositarán en junio en diez puntos o más, y eso, afirman, "es quedar a un paso de la Presidencia". Pero de unidad, de verdadera unidad en Juntos por el Cambio, al menos hasta hoy, ni hablar.

Desde la otra vereda, el Frente de Todos, parece cada día un escenario de batallas, operaciones y conspiraciones internas. Alberto Fernández se resiste a renunciar a su reelección, Cristina Fernández de Kirchner alienta vaciarlo del poco poder que aún le permite ejercer, y el cristicamporismo se entusiasma cantando el lema "Luche y Vuelve". Parece que luchar es en contra del Presidente que ella misma eligió y consagró, para poder volver al gobierno del que es nada más y nada menos que la vicepresidenta, y al que controla prácticamente en todos sus puntos estratégicos. Un intríngulis que se contrapone cuando desde todos los rincones, declaman que sólo la unidad les permitirá llegar a las elecciones con esperanzas. Hoy, la fórmula ideal del FdT pareciera ser Massa candidato a presidente, Cristina senadora nacional y Kicillof gobernador de Buenos Aires. Sergio Massa sigue fracasando con el control de la inflación y los precios y persiste con el festival de parches de su plan "llegar como sea" (el dólar Malbec, que era una chanza entre los amantes del buen tinto, hoy es una realidad, y se esperan el dólar tabaco, dólar yerba mate, dólar té y dólar madera). Axel se resiste a dejar Buenos Aires, donde mide bien y promete un lugar a todos los que queden a la intemperie, y CEFK, a pesar de estar acorralada por la Justicia pero ni proscripta ni inhabilitada, es imprescindible para cualquier plan de supervivencia del oficialismo. Pero de unidad... ni hablar.

Obviamente, repercute en Jujuy. Aquí se presentaron los seis frentes que concurrirán a elecciones el 7 de mayo. Sin novedades y sin sorpresas: Cambia Jujuy, liderado por la UCR; el FIT, Frente de Izquierda y de los Trabajadores; VIA+Libertarios; Frente Justicialista, conducido por el Partido Justicialista distrito Jujuy, y dos sectores disidentes contenidos en Jujuy Tiene Futuro y Unidad por Jujuy. Cambia Jujuy deberá resolver si contiene a sus socios (Primero Jujuy, PRO, etc.) en sus listas; el FIT armará lista única. Lo mismo harán VIA+Libertarios (que ya confían en que la sombra distante de Milei les atraerá a los desencantados y enojados). En el peronismo, el fortalecido Frente Justicialista deberá soportar los embates de los "rebeldes" y deberá idear una forma de hacer campaña tratando de zafar del embudo hacia donde la situación del Frente de Todos nacional amenaza con arrastrarlos a todos.

La unidad sería lo mejor. Pero de unidad, por ahora, nadie puede hablar con responsabilidad y autoridad.