Era enero y la decisión que cambiaría su vida estaba más latente que nunca. Con la ilusión del amor a flor de piel y el permiso de sus padres en las manos, Lorena Alemán decidió cambiar de país para dejarse cautivar por los encantos de uno nuevo, al otro lado de la cordillera.
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Era enero y la decisión que cambiaría su vida estaba más latente que nunca. Con la ilusión del amor a flor de piel y el permiso de sus padres en las manos, Lorena Alemán decidió cambiar de país para dejarse cautivar por los encantos de uno nuevo, al otro lado de la cordillera.
De este viaje pasaron veintitrés años ya, pero para la jujeña radicada en Chile sigue siendo especial rememorarlo. "Tenía ganas de conocer otra cultura", aseguró Alemán que apostó al amor y a las bondades de esta experiencia nueva. Dentro del nerviosismo que significaba trasladarse de manera definitiva, había en ella una alegría fácil de percibir a la hora de establecer vínculos.
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"Todo cambia, el peso argentino con el chileno, y nadie entendía lo que yo decía. El chileno habla muy rápido, pero esos primeros tiempos fueron geniales porque era aprender todo", contó, destacando que los habitantes de la parte central de Chile hablan más pausado y del sur, son más "ahuasados" (hombre de campo) similar a los gauchos argentinos.
Con el tiempo avanzando y las costumbres trasandinas asimilando -de a poquito-, notaba que la lejanía de sus afectos y de su patria se hacía sentir. "Cuesta. El sabor de la comida es otro, el agua y en ese tiempo donde vivía era todo desierto y yo estaba acostumbrada a ver más verde", dijo. Y es que inicialmente vivía en Antofagasta segunda región, pero hoy vive en la cuarta región Coquimbo de Ovalle, lugar donde su alma solidaria comenzó a movilizarse.
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En el año 2014, llegó a ella una joven con un pedido desesperado de ayuda para sus hijos. Y el corazón le indicó que su misión a seguir era ayudarla. "Cuando hice la primera campaña para esta chica, le ayudé con ropa. Me contó su vida, la de sus hijos y sus necesidades. Le dije que se quedara tranquila y empecé a contar su caso vía redes sociales y en la víspera de Navidad, juntamos ropa y mercadería". Fue una buena acción que salió exitosa debido a los donativos. "La gente quería sumarse para seguir ayudando y desde ese momento establecí un nuevo facebook para esta movida ya que no lo hacía sola, sino con más voluntarios", recordó con emoción.
Por este motivo, gracias a la acción, se abrió un camino honorable con dirección a la solidaridad y a la empatía con el otro. "En mi juventud vi tanta gente en mi Jujuy que pedía monedas en medio del frío que me partía el alma. En ese entonces no había redes sociales como hay ahora, así que comencé a ayudar aquí", comentó Alemán, actual presidenta del grupo voluntario solidario Ovalle - Ovalle ayuda a Ovalle.
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Hoy se encuentra feliz de poder regalar una sonrisa a personas en los hogares de niños y ancianos como también a aquellas en situación de calle. "Dar un abrigo, un café, un té o un sándwich, hace bien. Ellos son más que agradecidos. Yo adoro a mis viejitos de la calle y me duele cuando me entero que se me van", indicó la presidenta del colectivo solidario.
Esta actividad la llevó a recorrer el interior del país vecino e inclusive, a prestar ayuda con donaciones debido a los incendios forestales que tuvieron lugar en Valparaíso. "En campaña he conocido pueblos chilenos, llevando alegría, risas, juegos y al gran Papá Noel que los niños esperan en lugares donde nadie llega", dijo Alemán, remarcando que este último tiempo ha sido de sequía y mortandad de cabras por falta de pasto y agua.
Con su vida hecha en Chile, la jujeña no olvida su raíz argentina. Y compartió algunos detalles curiosos sobre los platos de comida. "El guiso para los jujeños es carne guisada aquí en Chile; el puchero es cazuela y la milanesa es carne apanada", expresó Alemán, sobre las diferencias entre las costumbres y las formas de decir. Y así, con manos prestas en la cocina para la preparación del alimento destinado a niños y a personas de la tercera edad en el cotidiano, la motivación la encuentra siempre dispuesta y feliz. "En esta vida no estamos para juzgar sino para ayudar. Porque nadie en este mundo está a salvo de cualquier desgracia. Hoy estamos arriba, mañana, nadie sabe, sólo Dios", dijo la jujeña que junto a su equipo de colaboradores ayuda a personas vulnerables a través de bingos, platos populares y campañas navideñas.
En una ocasión, la asistencia del grupo se trasladó a El Moreno -Tumbaya-, donde fueron entregados útiles escolares, mochilas, juguetes, indumentaria a estrenar y usada en buen estado, golosinas y una bicicleta. "Mientras tengamos salud vamos a seguir sociabilizando con gente de la calle, abuelitos y niños. Hay un sinfín de cosas que uno puede hacer y sentirse con el corazón hinchado de alegría al ver tantas personas felices", finalizó esperanzada.