Hace cinco años, Gloria Vilca sintió una curiosidad tal por trabajar con los colores que hoy, agradece. Y es que esa idea de mezclar imaginación con tonalidades y texturas, se tradujo en una labor que ama y que descubrió gracias a la magia de los niños.
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Hace cinco años, Gloria Vilca sintió una curiosidad tal por trabajar con los colores que hoy, agradece. Y es que esa idea de mezclar imaginación con tonalidades y texturas, se tradujo en una labor que ama y que descubrió gracias a la magia de los niños.
Fue ese gusto por trabajar con la gama de tonalidades, el mismo que fue aplicado por primera vez en un maquillaje personal para probar en sí misma de qué se trataba portar un diseño elaborado a pulso en su rostro. Como una aventura vivió este primer acercamiento con el maquillaje artístico que la llevó a encontrarle una esencia especial.
Pero cuando llegó la pandemia por coronavirus, el cambio de vida que trajo consigo; también la afectó como a todos.
El cambiar de perspectiva no estaba en sus planes, muy al contrario, se potenció ese sueño por llegar a formarse en capacitaciones y crecer en esta actividad. Es entonces que para la creativa, se hizo notable como terapia. "Como me gustaba tanto maquillar, lo probé en mi cara, en mis brazos y en hojas de papel", dijo con entusiasmo Gloria Vilca sobre este aprendizaje constante que le permitió descubrir un mundo lleno de formas y figuras que ya pudieron salir a la luz.
"Empecé a ver videos y me gustó mucho más; tomé clases virtuales con Marcela Bustamante y Anel Blazz para mejorar mis técnicas y avanzar", aseguró.
El maquillaje artístico infantil fue forjando nuevas miradas en la creatividad de Gloria que encontró en la especialización, emplazar una base que la guiaría a crecer en esta actividad que atrapa la atención de niños y de adultos.
La pandemia transformó a todos. Y a Vilca en una experta en el arte de pintar rostros. Cuando empezó a normalizarse la vida social post Covid, el impulso por continuar con su ilusión de seguir en este oficio recobró fuerzas.
"Al principio como todos, respetaba el protocolo. Los materiales estaban limpios y el uso del barbijo para cuidar la salud", expresó la maquilladora que -dando un paso a la vez- gestó la propuesta de regalar colores y diseños para incentivar la inventiva desde el juego.
Es así que con pinceles y pinturas de características acuarelables; empezó a dibujar los primeros trazos en los rostros de los niños que hacían fila para llevarse en la piel un animalito, un superhéroe o una flor.
"A los chicos les encanta. El Hombre Araña y los unicornios son los más pedidos; cada dibujo tiene un detalle que lo hace personal", dijo Vilca ante esta labor que se nutre de la novedad y de la práctica.
A veces con mini esponjas y plantillas de sténcil; otras, con pinceles y buen pulso; las técnicas para recrear -a la también denominada face painting- varían según la intencionalidad y aplicación.
Es que la acción parte desde la fantasía y el ingenio, cuando sólo son suficientes de dos a tres minutos para que la obra de arte exprés nazca de una gama vibrante de color entre los rasgos faciales de una persona. "Creo que detrás de todo personaje hay una historia, un porqué lo quieren. Hice mariposas, gatos, a Hulk, a Buzz Lightyear hasta un árbol genealógico con nombres y una cruz del soldado", contó la artista que utiliza casi con devoción la técnica "one stroke", en la que dentro de una pincelada incluye varios colores como el arcoíris. "Todo depende del diseño, de la técnica y de la constancia", contó Vilca, abrazando la experiencia con capacitaciones para brindar lo mejor desde la emoción por hacer feliz a una persona.