Pensando en las prioridades y las urgencias de un país en crisis, y en un momento de incertidumbre en el que se nos pide esfuerzos a todos, pienso en el arte y la cultura. ¿Cómo será la relación del Estado con el arte y la cultura a partir de la necesidad de un ajuste?
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Pensando en las prioridades y las urgencias de un país en crisis, y en un momento de incertidumbre en el que se nos pide esfuerzos a todos, pienso en el arte y la cultura. ¿Cómo será la relación del Estado con el arte y la cultura a partir de la necesidad de un ajuste?
Ya de por sí, la consideración para muchos y por mucho tiempo, es que no es esencial. Por lo tanto, el temor es que no entre en la lista de las necesidades a cubrir.
Mientras tanto, es bueno recordar algunas cuestiones, que sobre todo quedaron muy visibles durante la pandemia de 2020. El no estar en los espectáculos presencialmente nos hizo a todos extrañar, sentir nostalgia, y que nos faltaba algo.
Esto le pasó al público y al artista, fue muy triste, por un lado, y fue muy bueno a la vez, porque se valoró un poco más el trabajo, la función y la importancia del arte en la sociedad, aunque existe el riesgo de que de a poco todo vuelva al olvido.
La función del arte en la gente, en la sociedad, en la educación, en el ánimo, fue fundamental en ese momento, y entonces cuando se abrieron las salas o espacios, donde había que seguir cierto protocolo, la gente iba igual, y se encerraba en una sala, a pesar de no tener la certeza de que con esas medidas no se contagiaban. Simplemente porque lo necesitaba. La gente tenía miedo de ir al banco, pero al teatro iba.
Fue muy bueno que el Estado haya apoyado a los artistas en ese momento en que no podían producir. No sé si fue lo suficiente, pero fue más o menos equilibrado, no se olvidó de los trabajadores del arte.
Al volver, todos lo hicimos mucho más emocionados porque era volver a sentir el contacto con el artista.
El arte resistió semejante flagelo que fue la pandemia, ya pasó la prueba más difícil. Es claro, entonces, que puede con todo, puede con la gente, con el ánimo, con la falta de recursos.
Por eso, ahora que ya estamos más alejados de la pandemia, no nos olvidemos de eso, que el Estado no se olvide de eso, que el público no se olvide de eso. El arte necesita el apoyo, el arte no es económicamente redituable, el arte es una inversión. Eso ya se habló y se estudió.
Sería bueno que esto lo tengan muy en cuenta los nuevos gobernantes de todas las provincias y de todo el país, para que no dejen a la sociedad sin ese sostén.
Hay muchas maneras de hacer una industria del arte, pero es una tarea difícil y larga, y no debe ser el único objetivo, porque si no, nos perdemos en el camino.
Ojalá en algún momento, aunque el artista ya está preparado para que eso no sea lo habitual, el arte y la cultura tengan la posibilidad de conseguir más fácilmente el recurso para producir y vivir de esto que es fundamental en la sociedad.
La salud, el deporte y la cultura tienen la misma importancia en el desarrollo humano. No la misma urgencia, pero sí la importancia, para la vida y el bienestar de toda la población.