Cuando llega diciembre, la calidez de la Navidad envuelve cada rincón del hogar. Y es que en estos tiempos de adviento, los sabores, los adornos, las luces y el brillo, les regalan un halo de misticismo y tradición a las casas durante las fiestas de fin de año.
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Cuando llega diciembre, la calidez de la Navidad envuelve cada rincón del hogar. Y es que en estos tiempos de adviento, los sabores, los adornos, las luces y el brillo, les regalan un halo de misticismo y tradición a las casas durante las fiestas de fin de año.
En momentos difíciles de una realidad complicada, ese ánimo se mantiene encendido gracias a aquellas personas que le encuentran el lado luminoso a la vida y -por qué no- a la creatividad que las acompaña y que se luce en objetos creados artesanalmente. Con el alma puesta en cada una de sus labores, Sonia Núñez demuestra que la costumbre navideña siempre está presente gracias a una sensibilidad especial. "El clima que se genera en las fiestas de fin de año es único por la empatía, el amor y solidaridad", expresó esta docente que incentiva desde su oficio, a elaborar preciosos objetos sustentables y de diseño. Y, sobre todo para Navidad, que es una celebración donde el encuentro juega un papel primordial.
Desde sus talleres de artesanías y manualidades, ella crea el ambiente más propicio para brindarlo a sus alumnas. Y entonces encuentra en cartones, plásticos o telgopor, el sustento ideal para desplegar su imaginación y desarrollarla como propuesta. Simbolizando al amor fraternal, este año incluyó casitas de material reciclado a las coronas gracias a un trabajo de investigación previo. "Estudió mucho las tendencias y entre las opciones, elegí la casa porque es el hogar donde compartís las personas y quise mostrar eso este año", comentó Núñez.
Con elementos simples y recursos distintos, pero con el ingenio a flor de piel, se puede trabajar en resignificar un objeto único y de profundo significado. Es por ello que la corona es una síntesis de lo que es la festividad. "La corona se construyó con una bolsa del fardo de azúcar o puede ser papel madera, cartones, rollos de papel higiénico y pintura", explicó la creativa, reafirmando la idea de que nada se pierde y todo se transforma. La motivación es una constante en la labor de Núñez, a la hora de plasmar sus ideas en piezas de utilidad. Con la mente direccionada hacia el reciclaje, explora texturas y evalúa materiales como cajas de leche, jugos o salsas de tomate, papel de diario, cartones y retazos de madera. Así, armó otra pieza, una casa cuyo techo se levanta como una tapa, para colocar los sobrecitos de té. Esta docente que también es Panadera Pastelera, no deja de soñar con que algún día llegará a tener su casa de té. Y con es esta obra, acaso un boceto de lo que le gustaría que fuera en un futuro, pero con elementos reutilizables.
"Salieron casas únicas, preciosas como pequeñas maquetas que tienen la emoción del diseño porque cada uno de mis talleres tiene una motivación", indicó la artesana con principios de activista que vela por los cambios y renovaciones. Desde su concepción de docente, siempre le gustó aprender técnicas y experimentar. Pero algo que no puede faltar a su creación es la pasión y las ganas de imprimir un sello propio. "Mis alumnas manifiestan sus emociones en las formas, en el color, en la composición todas están correctas porque fueron bien logradas", dijo Núñez que tiene casi treinta y seis años como egresada de la Escuela Provincial de Artes con el título de maestra y profesora de Artes Plásticas y maestra en Física y Química que recorrió muchos lugares, siempre para buscar perfeccionar su saber.