Culminando el tiempo navideño, se reedita en el ramal jujeño, otro importante signo de la religiosidad popular. Se trata del cierre o levantamiento de los pesebres, algunos de los cuales, como el pesebre comunitario "Niño Jesús", ubicado en calle Los Claveles del barrio San Francisco, finaliza su temporada de adoración a la sagrada imagen del Niño Dios, con un singular ritual. Diversas danzas con las más variadas coreografías, sahumada del predio, sacado y guardado de los palos de trenzar, entrega de la imagen del Niño y del estandarte a los nuevos pasantes, ofrecimiento de tortas enfloradas a los colaboradores, bendición del Niño a todas las familias convocadas, retiro de la imagen del Niño Dios y cierre de la puerta del pesebre, son algunas de las instancias que se viven con gran devoción.
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Culminando el tiempo navideño, se reedita en el ramal jujeño, otro importante signo de la religiosidad popular. Se trata del cierre o levantamiento de los pesebres, algunos de los cuales, como el pesebre comunitario "Niño Jesús", ubicado en calle Los Claveles del barrio San Francisco, finaliza su temporada de adoración a la sagrada imagen del Niño Dios, con un singular ritual. Diversas danzas con las más variadas coreografías, sahumada del predio, sacado y guardado de los palos de trenzar, entrega de la imagen del Niño y del estandarte a los nuevos pasantes, ofrecimiento de tortas enfloradas a los colaboradores, bendición del Niño a todas las familias convocadas, retiro de la imagen del Niño Dios y cierre de la puerta del pesebre, son algunas de las instancias que se viven con gran devoción.
El levantamiento que convoca a niños, jóvenes, padres y abuelos, se inicia con la tradicional procesión por las calles del barrio, pidiendo la bendición de Dios para los vecinos y deteniendo su andar en cada hogar que lo solicita. Al llegar al predio del pesebre, comienza la particular danza con las andas, formando círculos y pasando por debajo de ellas al son de los aplausos, en tanto los hombres, se abocan a la tarea de quitar y guardar los palos de trenzar, mientras las mujeres inciensan el predio, signo de la presencia de Dios y de la oración que elevan.
Uno de los momentos más emotivos, se vivió al momento de la entrega de la imagen del Niño a los nuevos pasantes; este año tuvo el honor y la bendición de recibirlo la familia Gómez-Castro, quienes, como consecuencia de una gracia concedida o de una petición hecha, vestirán la sagrada imagen en la próxima temporada 2023-2024. Los nuevos pasantes imparten la bendición posando la imagen sobre la cabeza de los presentes, que se acercan de rodillas. Todo transcurre en un clima de profundo recogimiento.
En imposible no derramar lágrimas, por un lado por el cierre del pesebre que despierta sentimientos de tristeza y de nostalgia y por otro de profunda alegría por haber podido cumplir un año más con esta antiquísima tradición. Así mientras se escucha a una sola voz el canto, "adiós Niño hermoso, adiós gran Señor, adiós, hasta el año con tu bendición". Todos se despiden de la imagen que es retirada del predio acompañada por los integrantes de la banda. Se cierran entonces las puertas del pesebre y todo queda en silencio, silencio que se prolongará hasta el mes de diciembre.
Y así llega el agradecimiento de la comisión que preside el pesebre comunitario a los colaboradores que con su aporte económico ayudaron al sostenimiento del mismo. Todos son agasajados con el brindis y una ofrenda de pan, (bollo casero) enflorado, animándolos a seguir animando la devoción al Niño.
Y el broche de oro es el baile del carnavalito, danza autóctona del norte jujeño mientras la comisión invita a un compartir.
Destellos de historia
El pesebre comunitario, fue fundado el 15 de diciembre de 1990, cumpliendo ya 32 años de trayectoria y de adoración devota al Niño de Belén. Está bajo la responsabilidad de una comisión integrada por familias del barrio, encargadas de la organización.
Desde los inicios, la comisión de cada año está presidida por Jorge Ortega. Y fue doña Beatriz Torres, fallecida hace dos años, quien donó la imagen del Niño Jesús. que fue para ella, muy sagrada y trabajó denodadamente por la continuidad del pesebre a través de los años.
"Nuestra gente es muy devota, pero en la década del '90 se hizo notoria la decadencia de los pesebres. Fue entonces cuando Jorge Ortega recorrió la ciudad y vio que muy pocos continuaban el armando y casi nadie iniciaba desde cero. Decidió entonces tal vez por inspiración de Dios, armar un pesebre", comentó el joven seminarista Emanuel Ortega.
"Al llegar a casa, le contó a mi abuela y ella trajo al Niño y se lo entregó. La familia Tarifa cedió siempre, muy amablemente, el predio, que pertenece a su casa y los vecinos fueron los que lograron concretar este gran sueño" cerró.