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Cristina Kirchner, decidida a reafirmar su liderazgo

Domingo, 20 de noviembre de 2022 01:00

Decidida a reafirmar su liderazgo interno, Cristina Kirchner salió a instalar su nuevo lema para "recuperar la alegría" como antesala de su campaña electoral, que puede derivar en su propia candidatura presidencial o en una eventual postulación para el Senado. Hoy por hoy, y pese a todos los gestos que viene dando, nadie en el entorno de la vicepresidenta asegura que ella vaya a buscar nuevamente el sillón de Rivadavia y afirman que esa decisión "no se tomará antes de mayo próximo". El operativo clamor, cuidadosamente preparado por los operadores kirchneristas para empoderar a su jefa, tendrá varios meses de duración y muchos discursos públicos para repetirse. Eso, claro está, representa una muy mala noticia para el deseo reeleccionista de Alberto Fernández, basado casi exclusivamente en licuar la influencia de Cristina en el armado de las listas electorales.

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Decidida a reafirmar su liderazgo interno, Cristina Kirchner salió a instalar su nuevo lema para "recuperar la alegría" como antesala de su campaña electoral, que puede derivar en su propia candidatura presidencial o en una eventual postulación para el Senado. Hoy por hoy, y pese a todos los gestos que viene dando, nadie en el entorno de la vicepresidenta asegura que ella vaya a buscar nuevamente el sillón de Rivadavia y afirman que esa decisión "no se tomará antes de mayo próximo". El operativo clamor, cuidadosamente preparado por los operadores kirchneristas para empoderar a su jefa, tendrá varios meses de duración y muchos discursos públicos para repetirse. Eso, claro está, representa una muy mala noticia para el deseo reeleccionista de Alberto Fernández, basado casi exclusivamente en licuar la influencia de Cristina en el armado de las listas electorales.

Las encuestas cualitativas consultadas los últimos días por el Instituto Patria señalan que, con este clima de desencanto y desesperanza social, no hay oficialismo que pueda ser realmente competitivo en una elección presidencial. Por eso, la idea de la vicepresidenta es tomar cada vez más distancia del Gobierno -sin romper directamente con él- y comenzar a dar mensajes menos belicosos y con más contenido propositivo. El objetivo es claro: intentar recuperar parte del voto que apoyó al Frente de Todos en 2019, que incluía a sectores no kirchneristas pero cercanos al peronismo, y que hoy se encuentra desperdigado entre la izquierda trotskista y la derecha recalcitrante de Javier Milei. El incentivo que tienen los seguidores de la expresidenta es que creen que si Cristina logra generar algún tipo de expectativa de recuperación económica esos respaldos volverán relativamente fácil, ya que tanto los libertarios como la izquierda representan opciones políticas que rozan el antisistema.

Que Cristina haya individualizado a la inseguridad como el principal problema de los argentinos tuvo un significado simbólico muy fuerte. Se trata de un área sumamente sensible para el kirchnerismo y del que la vicepresidenta nunca quiso hablar con profundidad. Los focus group que recibió el entorno de Cristina colocan a la inseguridad cada vez más alto en el índice de preocupaciones ciudadanas, y mostrarse ajena a eso sólo puede generar frivolidad en los ojos de la opinión pública.

"Cristina está un escalón por encima de todos, por lo que no necesita meterse en el barro de la política ni matar al Gobierno para mostrar sus opiniones. Lo importante es que se instale que Cristina jugará en 2023, aunque aún no se sepa dónde", confió ayer a El Tribuno de Jujuy un miembro de la mesa chica del cristinismo, que pidió reserva de su identidad.

El proceso de diferenciación es tan profundo que, de hecho, llamó la atención que ella haya mencionado sólo tres gobiernos kirchneristas (uno de Néstor y dos de ella) como si el experimento Fernández – Fernández en el que muchos camporistas ocupan puestos centrales en el Estado sería sólo una continuación más de los cuatro años de macrismo. El relato tiene varios puntos polémicos e inexactos, ya que Cristina Kirchner está apoyando abiertamente el ajuste de Sergio Massa y nunca tuvo una propuesta alternativa a la de Alberto Fernández para bajar la inflación.

Las críticas a los empresarios y el difuso discurso sobre una economía bimonetaria parecen argumentos demasiados generales para luchar contra la escalada de los precios, que tiene como principal elemento la falta de confianza en la moneda nacional y la abundante circulación de pesos que hay en el mercado.

Cristina en este momento está abocada a hablarles a los desencantados de la pésima gestión económica de Alberto Fernández, en donde la mayoría de la sociedad no distingue entre las responsabilidades del jefe de Estado y de su vice. ¿Cuál es la estrategia de Cristina para volver a seducir a los que se fueron? Básicamente colocarse como la abanderada de los salarios altos, ya que durante sus gestiones el sueldo mínimo en dólares era uno de los más elevados de la región. El argumento es cierto, aunque el contexto económico actual es diametralmente opuesto al que había en 2015, cuando Mauricio Macri ganó la presidencia, y la inflación anual rondaba el 25 por ciento.

Este notorio levantamiento del perfil público de la expresidenta se da a menos de un mes de un fallo que podría ser condenatorio en la causa Vialidad, aunque por menos años de los que se viene hablando. Para Cristina es clave tener a su gente movilizada como mensaje hacia la justicia y que una eventual sentencia desfavorable quede en el debate público como un capítulo más del "lawfare" en la Argentina. Se trata netamente de una estrategia política que poco tiene que ver con lo judicial, ya que la vicepresidenta no quedará presa y quedan muchas instancias de apelación y de recusaciones.

En ese contexto, un importante funcionario nacional que responde a Cristina Kirchner sostuvo ayer a este diario que "el escenario ideal sería un duelo final entre la jefa y Macri" y que "la única forma de conseguirlo es mostrándole al expresidente que Cristina estaría dispuesta a jugar". La deteriorada imagen negativa de Macri, que supera el sesenta por ciento, le haría muy dificultoso ganarle un balotaje a cualquier postulante que no sea Cristina. En el fondo, ambos líderes políticos se encuentran en la misma encrucijada electoral: un piso alto y un techo bajo.

El Presidente

En medio de todo este panorama, Alberto Fernández continúa aferrándose a las Paso como única estrategia de supervivencia, ya que está convencido de que Cristina no será candidata en 2023 y que podría llegar a enfrentarse contra Sergio Massa. Si bien es cierto que ambos dirigentes tienen aproximadamente seis por ciento de imagen positiva, también lo es que si el tigrense recibe la bendición de la expresidenta ese número se multiplicará al menos por tres.

"Alberto está metiéndose en una mesa de negociación de la que Massa y Cristina lo quieren afuera. El Presidente no va a renunciar a su candidatura porque si lo hace no va a meter ni un diputado provincial", dijo crudamente un colaborador del jefe de Estado que pidió no ser identificado.

 

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