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Casonas del siglo XVIII

Ubicadas sobre calle San Juan, antes camino real que unía al Alto Perú con el Virreynato del Río de la Plata.

Viernes, 07 de octubre de 2022 01:04

Dentro de los hermosos paisajes que guarda nuestra provincia, desbordantes de historia y belleza natural, se encuentra la localidad de Río Blanco, emplazada entre la ciudad capital y Palpalá. En este lugar existe un espacio digno de ser considerado área turística -cultural: el antiguo camino que unía el Alto Perú con el Virreynato del Río de la Plata, el Camino Real, conocido actualmente por los lugareños y promesantes como camino viejo o Calle San Juan. A lo largo de unos tres kilómetros, sobre este camino, se aprecia un conjunto de viejas casonas, algunas datan de finales del siglo XVIII y un antiguo trapiche de madera. Del mismo modo también, emociona contemplar un antiguo galpón construido con todas las características de la época colonial, donde se encuentra intacto y como detenido en el tiempo un viejo molino de piedra, de los que se usaban con la fuerza hidráulica de una acequia o canal que aún se observa en el lugar.

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Dentro de los hermosos paisajes que guarda nuestra provincia, desbordantes de historia y belleza natural, se encuentra la localidad de Río Blanco, emplazada entre la ciudad capital y Palpalá. En este lugar existe un espacio digno de ser considerado área turística -cultural: el antiguo camino que unía el Alto Perú con el Virreynato del Río de la Plata, el Camino Real, conocido actualmente por los lugareños y promesantes como camino viejo o Calle San Juan. A lo largo de unos tres kilómetros, sobre este camino, se aprecia un conjunto de viejas casonas, algunas datan de finales del siglo XVIII y un antiguo trapiche de madera. Del mismo modo también, emociona contemplar un antiguo galpón construido con todas las características de la época colonial, donde se encuentra intacto y como detenido en el tiempo un viejo molino de piedra, de los que se usaban con la fuerza hidráulica de una acequia o canal que aún se observa en el lugar.

Las casonas de este pintoresco pueblo de Río Blanco, muchas de ellas centenarias, con su solemne humildad, aún no fueron reconocidas ni declaradas monumentos nacionales por su valor histórico y artístico.

La calle San Juan

Recorriendo la vieja calle San Juan, corazón de Río blanco, se encuentran hermosas casonas, una de ella es la de Tramontini-Bartoletti, creada a fines de siglo XIX. Esta aún posee las tiranterías, puertas, marcos y pisos originales, propiedad de principios del siglo XX, muestra claras influencias de las construcciones inglesas, en los adornos de los techos y galería. Siguiendo por este camino, se aprecian las casonas de la familia Gámez-Pasquini, hermosa propiedad construida a finales del siglo XIX, por el mismo arquitecto que hizo el Hotel Alto la Viña, posee en su interior los muebles de la época. En esta recorrido, por las viejas casonas de la calle San Juan, antiguo camino real, se puede observar algunas que probablemente se construyeron antes de finalizar el siglo XIX. El estilo para la época se centraba en la europeización y casi siempre era la aplicación del modelo cultural que venía de España y en algunos casos la arquitectura italiana. Luego con el correr del tiempo, algunas casas se fueron modificando y ampliando, otras permanecen como su nacimiento.

La casa de la familia Zárate, se calcula tiene más de 200 años, el origen de esta familia en Río Blanco se remonta al año 1850, cuando Teodocio Geréz, arriero de ganado, se enamoró de Río Blanco, llegaba a sus planicies trayendo ganado desde el Chaco, en las verdes praderas donde se engordaba la hacienda para después pasarla para Bolivia y Perú. Otra de las viviendas pertenece a la familia Nasser, quien llegó a Río Blanco, aproximadamente, en 1.892, desde Monjardi, Siria. Se instalaron en la casona, en que hoy sólo se encuentra el aljibe y un almacén. Adquirieron las tierras a don Francisco Rivero, sobre la ruta vieja. La casona se comenzó a construir hacia 1.896 aproximadamente y contaba de dos salas grandes utilizando ladrillos tanto para las paredes como para el piso. Paulatinamente, la fueron ampliando y modificando, adoptando la construcción con galerías propias del período neoclásico. La casa de la familia Haiman es de estilo español de fines del siglo XIX, aún muestra en su interior vestigios de su época de esplendor. Está construida con paredes de adobe, revocadas, con aproximadamente 60 centímetros de espesor. Cuenta con cuatro habitaciones, dos de las cuales son muy amplias. En la parte superior se observan en las aristas, guardas decorativas y detalles de bajorrelieve. La casa de la familia Bidondo fue construida a fines del siglo XIX, por Emilio Bidondo.

Finca La Noria

Casona que fue propiedad de la madre del doctor Teodoro Sánchez de Bustamante, doña Tomasa Gonzáles De Araujo Zarate, galpón centenario que guarda el Molino, clásica construcción hispánica con techo de tejas musleras y adobe, el molino de piedra en su interior existe un detallado inventario que data del 1690.

 

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