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La economía se metió en el centro de la campaña

Sabado, 12 de junio de 2021 18:09

El Gobierno atraviesa una encrucijada de muy difícil resolución: cómo mostrar una recuperación de la economía antes de las elecciones en un país con serios problemas estructurales en sus cuentas públicas. Allí, conviven dos líneas de pensamiento que por ahora no tienen un punto de conexión. El Presidente no quiere tomar medidas extremas que pongan en riesgo la estabilidad monetaria después de los comicios y que compliquen la gobernabilidad. La vicepresidenta impulsa una mayor presencia del Estado para asistir parcialmente a los sectores más afectados por la pandemia antes de las elecciones, sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires. Por ahora, la segunda opción está imponiéndose claramente en la interna del oficialismo y eso se profundizaría las próximas semanas con algún anuncio de relevancia como la vuelta del IFE u otro mecanismo similar.

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El Gobierno atraviesa una encrucijada de muy difícil resolución: cómo mostrar una recuperación de la economía antes de las elecciones en un país con serios problemas estructurales en sus cuentas públicas. Allí, conviven dos líneas de pensamiento que por ahora no tienen un punto de conexión. El Presidente no quiere tomar medidas extremas que pongan en riesgo la estabilidad monetaria después de los comicios y que compliquen la gobernabilidad. La vicepresidenta impulsa una mayor presencia del Estado para asistir parcialmente a los sectores más afectados por la pandemia antes de las elecciones, sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires. Por ahora, la segunda opción está imponiéndose claramente en la interna del oficialismo y eso se profundizaría las próximas semanas con algún anuncio de relevancia como la vuelta del IFE u otro mecanismo similar.

Los problemas económicos desplazaron a la pandemia y a la inseguridad de los primeros lugares de las preocupaciones de la sociedad, lo que representa una noticia muy compleja para el Gobierno en medio del parate generalizado de la actividad. En el corto plazo no se avizora una disminución de la inflación relevante ni tampoco una recuperación del empleo considerable, por lo que el oficialismo se verá obligado a aumentar el gasto público y la emisión monetaria para poder brindar subsidios que contengan un poco el descontento social en el país. ¿Cuál es el riesgo de esa política? Pan para hoy y hambre para mañana: insertar muchos pesos en el mercado para aumentar la capacidad de compra generará, de manera indefectible, una nueva presión inflacionaria y -en consecuencia- más pobreza y exclusión.

Altas fuentes oficiales no descartaron que a medida que se acerque la fecha de las elecciones puedan crecer las movilizaciones populares en contra del Gobierno, y es por eso que se dio marcha atrás con el aumento retroactivo en el monotributo y se volvió a postergar la suspensión de los despidos, una medida que desalienta la incorporación de nuevos trabajadores al sistema.

El presidente Alberto Fernández no quiere bajo ningún concepto que se trasladen los reclamos desde los medios de comunicación hacia las calles, en donde adquieren mucha mayor visibilidad ante los ojos de la opinión pública. ¿Cómo evitar desbordes cuando el salario real no para de perder poder adquisitivo? Ese es el interrogante más debatido por estas horas en la Casa Rosada, que puede terminar siendo determinante para el resultado de las elecciones.

En el Palacio de Hacienda están convencidos que la recuperación de la recaudación y la estabilidad en el precio del dólar paralelo son dos factores que le permitirán al Gobierno una cierta estabilidad de la macroeconomía, de la que se carecía hace pocos meses atrás. El aumento de los ingresos públicos no se debe a una mayor dinámica de la economía ni a un shock en el pago de los tributos, sino básicamente a la suba de precios que empuja al IVA y al récord en los valores de la soja en el mercado de Chicago, que incrementa los dólares por retenciones a las exportaciones. Ese dinero que hoy reduce el déficit fiscal por debajo de lo previsto sería destinado para inminentes anuncios que busquen reactivar parcialmente el consumo, más allá de los compromisos del ministro Martín Guzmán con los organismos multilaterales de crédito por ordenar parcialmente las cuentas públicas. Con la renegociación de la deuda en un impasse y con paritarias que cerraron en torno al 29 por ciento y que se reabrirían por el incremento de la inflación, la economía tendría en los próximos meses una cuota de incertidumbre importante, tanto para tomar créditos como para poder proyectar gastos. Tanto es así que el Gobierno otorgó una suba del cuarenta por ciento a los empleados del Congreso Nacional, lo que generó revuelo en muchos sindicatos que habían bajado sus pretensiones. "Todos los gremios estamos de acuerdo en que este año no podemos volver a perder poder de compra en nuestros sueldos, por lo que difícilmente pidamos menos de ese cuarenta por ciento que le aprobaron a los compañeros del Congreso", expresó ayer a El Tribuno un influyente miembro de la CGT que pidió reserva de su identidad. Los previsiones internacionales para la Argentina no son para nada favorables, ya que indican que recién en 2025 el país podría volver a los niveles prepandémicos en materia de Producto Bruto Interno. Según el informe de la Ocde, el país será el último de todos los relevados por ese organismo internacional en recuperarse, entre otros factores, por los graves problemas educativos por los que atraviesa la Argentina. Quién piense que parar las clases más de un año no tiene un correlato en la economía del futuro sería, como mínimo, muy inocente.

Alberto Fernández debe enfrentar una crisis sanitaria, una dura interna en su espacio político, una economía que no da muestras de reactivación y también sus propios errores no forzados. La desafortunada declaración que ofendió a mexicanos, brasileños y argentinos empañó las buenas gestiones que se habían alcanzado con el presidente de España Pedro Sánchez, donde se había informado un importate respaldo por la deuda. Todo eso quedó opacado por un escándalo internacional que obligó a Fernández a pedir disculpas. ¿Cuál era la necesidad de meterse en los orígenes de los países en medio de una reunión bilateral? En el Gobierno todos se preguntan exactamente lo mismo.

 

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