La belleza y la pasión con una impronta muy bien definida se plasman en el arte de Ángel Bravo.
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La belleza y la pasión con una impronta muy bien definida se plasman en el arte de Ángel Bravo.
El luthier de cuerdas que ofrece como el mejor de los artesanos sus instrumentos nobles que nacen del trabajo único, con formas inolvidables y una impecable terminación en la línea.
El sueño más hermoso que tuvo desde niño fue trabajar la madera de una manera distinta y con el tiempo esta experiencia del quehacer día a día, fue forjando un oficio tiene muchos secretos por develar.
"La madera es muy especial y tiene distintas formas, hay que encontrarle el sonido. Uno va descubriendo cosas y mejorando su forma de armar el charango, con la sonoridad", comentó Ángel Bravo quien en 1990 perfeccionó en la ciudad de La Plata esta labor artesanal gracias a al gran luthier y artista plástico purmamarqueño, José Patagua.
"Lo admiro mucho, además es profesor de Bellas Artes en La Plata y fabricante de charangos que me dio un lugar para trabajar", destacó.
Como el amor por la madera lo cautivó desde pequeño de modo singular, fue prácticamente instantáneo su aprendizaje en el sur. Después, cargado de todo un saber en ebullición dentro suyo, se trasladó a nuestra provincia y en su taller comenzó la producción con el armado de charangos originales que desde el primer momento fue realizada con notable entusiasmo. "Los primeros cuatro charangos recuerdo que armé aquí porque conseguí madera de nogal y los trabajé", comentó con una alegría muy perceptible al rememorar que amigos músicos adquirieron sus primeras piezas luego de diez años de probar el oficio a prueba y error. "Fue un acto muy lindo, se los entregué a compañeros que me ayudaron y ver que se fueran en buenas manos me quedó para siempre en la mente.
.Después continué, comprando más madera para seguir". El trabajo esencial para este artesano delas cuerdas, se realiza sobre la caja con una multiplicidad de maderas. "A la caja la armo en cedro, a lo que es la trastera le coloco quina y tengo que laburar en la tapa armónica con pino abeto y canadiense, lo único que pongo para caja de resonancia es apliques de nogal", dijo Bravo, el artífice de los magníficos instrumentos que continuó describiendo que los tacos en cedro, se marcan y se cavan en la caja, aunque primero, realiza el corte.
"Trabajo con la sierra sinfín lo que es el corte grueso, después lijo caja, tapo y pongo lo que sería la trastera y ahí viene el afinar en la tapa armónica, que tiene su medida para lijarlo, porque mientras más fina la tapa, mejor va sonando el instrumento, entonces tampoco hay que pasarse ni dejarlo grueso ya que tiene su medida justa", detalló.
Y es que llegar a esa medida, se logra día a día gracias a una permanente atención en la línea, luego de sacar conclusiones, para llegar al nivel exacto de resolución. Ángel resaltó que un luthier tiene que tener un oído fino y mucha precisión para realizar esta actividad. "Es acordarse cómo se trabajó el anterior y el anterior y el anterior. La sonoridad es muy importante se ajustan los graves y agudos. Todo está en cómo se lijó la tapa y es bueno no cometer el mismo error, laburar lijando para que se pueda tratar de llegar al sonido ideal, con un lijado impecable", finalizó la voz cantante de Coroico.