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Una aproximación a los conflictos y el perdón

Martes, 09 de noviembre de 2021 00:59

Por Lic. Felipe Mujica.

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Por Lic. Felipe Mujica.

Los conflictos son parte de la vida. Nadie que recorra el camino de la existencia puede encontrarse libre de ellos. Sin embargo, pese a ser un fenómeno natural y cotidiano, en muchos casos resultan ser de extremo dolor y en ocasiones nos vemos superados por aquellas situaciones adversas que nos acontecen. Ha sido justamente esta realidad la que he podido observar en mis estudiantes, en especial entre los adolescentes; lo que me ha llevado a considerar la importancia de la resolución de los conflictos interpersonales. De eso trata la siguiente reflexión.

No es posible hablar de la resolución de conflictos sin tratar el tema del perdón y si bien no trataremos el tema en su totalidad; es necesario destacar su importancia y considerar sus aristas.

Es innegable que los problemas interpersonales, no solo en la esfera familiar, sino en cualquier área de la vida serán una permanente dificultad en especial de lo largo de la adolescencia y juventud. A diferencia del cine, en donde los conflictos parecen pasar al olvido luego de unos minutos de haber comenzada la película, los seres humanos podemos pasar meses e incluso años atesorando un conflicto sin perdonar, nunca ser confrontados desde la perspectiva bíblica.

La necesidad de perdonar como una forma de sanidad bilateral. Consideremos algunos puntos relevantes a mencionar; por una parte, tenemos los lenguajes del perdón, sus diferentes formas y por qué en muchos casos parecieran no dar resultado aun cuando hemos hecho todo lo que se encontraba en nuestras manos. Además, tenemos la perspectiva bíblica de la confrontación, no como una forma de discusión o revanchismo, sino como una manera de resolver problemas y desacuerdos surgidos entre quienes presentan una relación interpersonal fracturada.

Lucas 17: 4 "Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti diciendo: Me arrepiento; perdónale". Un mandato que rompe con lo establecido no solo social, sino además que va por sobre todo en contra del orgullo personal y cualquier idea de autovalidación. El perdón es la base para la resolución de conflictos. No solo debido a que efectúa una acción liberadora sobre quien ha cometido una falta o debido a que también libera a quien ha sido dañado. Además, es el primer paso para restablecer los vínculos rotos y las relaciones fracturadas.

El perdón tiene una función sanadora. Negarse a otorgarlo, tanto como a pedirlo, se traduce en perpetuar heridas, impidiendo que estas sanen. Si bien es cierto que existen heridas más profundas que otras y muchas de ellas requieren una guía y apoyo especializado al momento de ser trabajadas y perdonar. Es innegable que el acto de perdonar es la base para la resolución de conflictos, así como traer paz, en especial en nuestros núcleos familiares. Efectuar la acción de perdonar lleva a un conflicto interno, en especial cuando alguien no ha pedido perdón.

Cada vez que decidimos guardar rencor por una ofensa sufrida, atesoramos raíces de amargura en nuestras almas, que van generando durezas no solo para con la persona que nos ha ofendido. También para con quienes tenemos cerca de nosotros. Posiblemente cuando dejamos de perdonar son los seres queridos, tales como hijos, esposa, esposo, padre o madre, quienes terminan sufriendo las consecuencias del endurecimiento de nuestras almas. Tratar el tema de la confrontación exige tocar una serie de aristas, así como romper con varios prejuicios culturales.

Para los chilenos hablar de confrontar a otro no resulta bajo ninguna circunstancia una práctica cómoda, mucho menos normalizada. En nuestra sociedad la errada idea de tolerancia ha llevado a que hagamos vista gorda cuando una persona comete un acto que es equivocado. Comentarios como "no es mi problema", "no me meto en asuntos ajenos", "cada uno hace lo que quiere con su vida", frases que se han vuelto cotidianas.

Expresiones como esas muy lejos de ser muestra de un avance hacia una sociedad tolerante abierta y respetuosa, nos hablan de una cultura que se ha vuelto indiferente a los reales problemas que afectan a las personas. Perdonar a los otros es una condición indispensable al momento de considerar la confrontación. De no estar dispuestos a perdonar el acto de confrontar a otro se volverá nada más que una instancia de crítica y revanchismo en donde expondré nuestra molestia con un discurso sin la intencionalidad de restaurar la relación.

Nuestras relaciones no pueden excluir el acto de confrontar a otro, pero este debe ir acompañado de un proceso que tendrá que apuntar a revincularse con el prójimo. Lo que implica perdonar ofensas. Podemos marcar una diferencia en nosotros, es la forma en que hemos de afrontar las situaciones que traigan conflictos a nuestra vida. Saquemos a la luz aquellas situaciones que son erróneas a fin de sanar los corazones.

(*) La Fundación Luz de Vida trabaja fuertemente en "educar, prevenir y restaurar" a través de escuela para padres, talleres, consejería y contención familiar. Alvear 731, primer piso, oficina Nº 2. Comuníquese al 388-4544620, o ingrese a nuestra página de Facebook: Fundación Luz de Vida.

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