Habíamos descubierto que Perla era diferente para cada uno de nosotros, entonces tomamos la decisión de fotografiarla para ver si lo mismo sucedía con su retrato. Así que regresamos a la casa de Blanca y el comisario Pierro para intentarlo, pero como si quisiera corroborar nuestras peores sospechas, Perla se negó.
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Habíamos descubierto que Perla era diferente para cada uno de nosotros, entonces tomamos la decisión de fotografiarla para ver si lo mismo sucedía con su retrato. Así que regresamos a la casa de Blanca y el comisario Pierro para intentarlo, pero como si quisiera corroborar nuestras peores sospechas, Perla se negó.
Cuando le preguntamos por qué lo hacía, nos retrucó con otra pregunta: ¿para qué necesitan fotografiarme? Nos miramos dudando entre ser o no sinceros, pero en sus ojos descubrimos que se había dado cuenta del tema. Bajó la mirada y dijo con timidez que acaso cada uno de nosotros la viera diferente.
Aurelia y Blanca no estaban al tanto del tema, así que se sorprendieron. No, dijo Perla, eso sólo me sucede con los hombres. Quise consolarla diciendo que todos concordábamos en su belleza, sólo que para cada uno de nosotros era distinta la mujer que pudiéramos definir por hermosa. Cada uno la prefiere distinta en talla, en aspecto o en personalidad, le dije.
Pero todos me ven bella, murmuró con algo de tristeza. Es algo que me sucede desde niña, cuando aún no sabía que era atractiva. Me empezó a pasar desde que cierta vez fui hasta un ojito de agua con mis primos, los recordarán porque ya les hablé de ellos, y me vi reflejada en su superficie.
No es que pidiera entonces un deseo, nos dijo como si lo dudara. Fue más bien como que supe que podía elegir algo, que podía ser diferente si lo quería, y vi que mis primos me miraron con asombro, como si algo en mí hubiera cambiado en ese mismo instante.