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Pichetto generó un inesperado cambio en las expectativas

Domingo, 16 de junio de 2019 01:03

Pese a no contar con votos propios, el senador Miguel Pichetto le aportó a Mauricio Macri lo que ningún radical podría haberle dado: centralidad política, certidumbre económica y -lo más importante- un cambio en las expectativas electorales de cara a las primarias de agosto.
El exjefe de los senadores peronistas logró algo impensado, que fue conseguir que el candidato a vicepresidente tenga más volumen político que quien encabeza la fórmula, en una movida similar a la realizada semanas atrás por Cristina Kirchner cuando designó sorpresivamente a Alberto Fernández.
¿Por qué a Macri le convendría que haya una figura sin votos que opaque la suya, que es la que tiene los respaldos? Muy simple, porque el jefe de Estado acumuló una elevada imagen negativa que estaba acaparando toda la campaña electoral y que le estaba cavando su propia fosa en las encuestas. Macri consiguió por primera vez en meses desviar el debate sobre la paupérrima situación económica y colocarlo en el terreno de la supuesta apertura institucional de un Gobierno que, hasta ahora, fue cerrado como pocos en la historia.
Pichetto es considerado por los actores financieros como una “verdadera garantía” para la estabilidad institucional del país, cosa que no ven para nada en el Presidente ni tampoco en su jefe de Gabinete Marcos Peña. Tanto es así que el círculo rojo operó hasta último momento para que Macri se baje de la candidatura y le deje su lugar a María Eugenia Vidal.
“No es que creamos que Pichetto es un patriota, pero sabemos que tiene la cintura política para acordar con sectores a los que Macri nunca llegaría”, reflexionó ante este diario un empresario que pidió reserva de su identidad. A los hombres de negocios lo que les interesa no es sólo que Cristina no llegue al poder, sino también que Macri tenga eventualmente el capital político para aplicar reformas antipopulares como la laboral y la jubilatoria, que podrían llegar a darse este mismo año. 
La sensible baja del dólar que ocurrió esta semana y la recuperación en las acciones de las compañías argentinas demuestran que, al menos hasta octubre, Macri habría conseguido neutralizar el fantasma de una nueva corrida cambiaria, lo que representaba la principal amenaza a su proyecto reeleccionista.
“Lo que pudimos recolectar en estos días es una euforia en los mercados y también un cambio en el humor social de los votantes del oficialismo, que ahora se ilusionan con un triunfo que hace un mes parecía inviable”, aseguró ayer a El Tribuno el encuestador Jorge Giacobbe. 
En sus primeras definiciones públicas, el candidato a vice de Macri pareció ubicarse tan a la derecha como el presidente, cuando reflotó la idea de profundizar los controles migratorios, reducir fuertemente el gasto público, disminuir los planes sociales y respetar a rajatabla el acuerdo con el Fondo Monetraio Internacional. Es extraño, pero todas esas premisas eran mal tomadas por la opinión pública cuando eran enunciadas por el propio Macri. Está claro que Pichetto no tiene demasiadas diferencias ideológicas con el jefe de Estado y que la idea es captar a todo el electorado de centro derecha, hoy amenazado por la propuesta de Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey.
Macri necesita minimizar al máximo las chances de Lavagna de hacer una buena elección, ya que la fórmula del exministro de Economía y el gobernador de Salta le sacarían votos directamente al oficialismo. Por eso, el discurso del gobierno es ahora el de abrirse más hacia sectores peronistas que podrían verse seducidos por la propuesta de Consenso Federal. Ese espacio, de no haber un cambio rotundo en la marcha de la campaña, podría ubicarse cerca del 15%, un número bastante inferior al obtenido por Sergio Massa en las elecciones de 2015. 

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Pese a no contar con votos propios, el senador Miguel Pichetto le aportó a Mauricio Macri lo que ningún radical podría haberle dado: centralidad política, certidumbre económica y -lo más importante- un cambio en las expectativas electorales de cara a las primarias de agosto.
El exjefe de los senadores peronistas logró algo impensado, que fue conseguir que el candidato a vicepresidente tenga más volumen político que quien encabeza la fórmula, en una movida similar a la realizada semanas atrás por Cristina Kirchner cuando designó sorpresivamente a Alberto Fernández.
¿Por qué a Macri le convendría que haya una figura sin votos que opaque la suya, que es la que tiene los respaldos? Muy simple, porque el jefe de Estado acumuló una elevada imagen negativa que estaba acaparando toda la campaña electoral y que le estaba cavando su propia fosa en las encuestas. Macri consiguió por primera vez en meses desviar el debate sobre la paupérrima situación económica y colocarlo en el terreno de la supuesta apertura institucional de un Gobierno que, hasta ahora, fue cerrado como pocos en la historia.
Pichetto es considerado por los actores financieros como una “verdadera garantía” para la estabilidad institucional del país, cosa que no ven para nada en el Presidente ni tampoco en su jefe de Gabinete Marcos Peña. Tanto es así que el círculo rojo operó hasta último momento para que Macri se baje de la candidatura y le deje su lugar a María Eugenia Vidal.
“No es que creamos que Pichetto es un patriota, pero sabemos que tiene la cintura política para acordar con sectores a los que Macri nunca llegaría”, reflexionó ante este diario un empresario que pidió reserva de su identidad. A los hombres de negocios lo que les interesa no es sólo que Cristina no llegue al poder, sino también que Macri tenga eventualmente el capital político para aplicar reformas antipopulares como la laboral y la jubilatoria, que podrían llegar a darse este mismo año. 
La sensible baja del dólar que ocurrió esta semana y la recuperación en las acciones de las compañías argentinas demuestran que, al menos hasta octubre, Macri habría conseguido neutralizar el fantasma de una nueva corrida cambiaria, lo que representaba la principal amenaza a su proyecto reeleccionista.
“Lo que pudimos recolectar en estos días es una euforia en los mercados y también un cambio en el humor social de los votantes del oficialismo, que ahora se ilusionan con un triunfo que hace un mes parecía inviable”, aseguró ayer a El Tribuno el encuestador Jorge Giacobbe. 
En sus primeras definiciones públicas, el candidato a vice de Macri pareció ubicarse tan a la derecha como el presidente, cuando reflotó la idea de profundizar los controles migratorios, reducir fuertemente el gasto público, disminuir los planes sociales y respetar a rajatabla el acuerdo con el Fondo Monetraio Internacional. Es extraño, pero todas esas premisas eran mal tomadas por la opinión pública cuando eran enunciadas por el propio Macri. Está claro que Pichetto no tiene demasiadas diferencias ideológicas con el jefe de Estado y que la idea es captar a todo el electorado de centro derecha, hoy amenazado por la propuesta de Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey.
Macri necesita minimizar al máximo las chances de Lavagna de hacer una buena elección, ya que la fórmula del exministro de Economía y el gobernador de Salta le sacarían votos directamente al oficialismo. Por eso, el discurso del gobierno es ahora el de abrirse más hacia sectores peronistas que podrían verse seducidos por la propuesta de Consenso Federal. Ese espacio, de no haber un cambio rotundo en la marcha de la campaña, podría ubicarse cerca del 15%, un número bastante inferior al obtenido por Sergio Massa en las elecciones de 2015. 


Los Fernández
 

Sin dudas que la decisión de Macri de nominar a Pichetto tuvo un impacto en el espacio kirchnerista, quien tuvo la iniciativa política desde que Cristina decidió correrse al segundo lugar en la fórmula. En ese contexto, la incorporación de Sergio Massa al PJ representó un alivio para el kirchnerismo, aunque todavía es una incógnita cuál será su impacto real en materia de votos. 
Aún no se sabe si Massa encabezará la lista de diputados por la provincia de Buenos Aires o si habrá unas Paso contra los Fernández. Fuentes de ambos espacios señalaron a El Tribuno que la primera opción hoy es la más probable, pero ninguno se anima a descartar por completo que haya “novedades de último momento en las negociaciones”. 
Está claro que participar de una interna para definir el candidato a presidente transformaría a esa contienda, por lejos, en la principal atracción de todas las primarias, aunque eso tiene un riesgo que los Fernández parecen no estar muy dispuestos a correr: dividir los votos del frente con Massa y salir segundos en agosto, perdiendo así terreno anímico de cara a octubre.
De todos modos, y más allá del manoseo que haya hecho sobre su propia imagen, el apoyo del exintendente de Tigre puede ser clave para inclinar la balanza en la provincia de Buenos Aires, donde se librará la madre de todas las batallas.