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18 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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Huici y Choque Galdos, dos perspectivas del arte

Martes, 22 de marzo de 2016 01:30
PAISAJISTICO / EL ARTE DE FERRAN HUICI QUE SE EXHIBE EN TILCARA.
El museo Terry abrió estas Pascuas con menú doble. Por una parte, la obra de Ferrán Huici, que se propone en primera instancia como una paisajística pero que no puede dejar de verse como una psicología; y por otra parte, la de los hermanos Choque Galdos que recrean el arte barroco cuzqueño.
Ferrán no puede evitar, a través de una paleta que va puliendo hasta resumir universos en cada detalle, que el retrato de su entorno deje de lado el reflejo de su espíritu, plagado de estados de ánimo y profundidades.
Probablemente un paseo por Juella nos permita encontrar los sitios que lo inspiraron, pero aún con la certeza de la pared del cerro precisa o la pirca en que se basó su obra, la riqueza de Ferrán logra que, siendo sin duda la que vemos, sea en su tela aquello que ven sus ojos. Y sus ojos, tallados en tres décadas de pintar la Quebrada, nos sorprenden al lograr telas en que vemos lo que vemos pero a través suyo.
Podría decírsenos que esto que acabo de decir, menos que definirlo, define al arte, cosa que es cierto sólo en algún sentido. Algunos confunden sus limitaciones plásticas con su visión del mundo, pero del lado creativo de las artes antes que del crítico, se sabe que dar con el sentimiento que se siente ante el modelo es más valioso, y más difícil, que el mero retrato. Y Ferrán Huici se encuentra entre los artistas que lo logran.
Barroco Cuzqueño
Los hermanos Choque Galdos, peruanos radicados en Tucumán, recrean el arte barroco cuzqueño. No es la primera vez que tenemos el placer de ver sus cuadros en las paredes del Terry, cosa que agradecemos a sus programadores. Y lo digo en dos sentidos: por ser la escuela cuzqueña una de las cúspides del arte religioso y del arte americano, y porque el trabajo de los Choque Galdos es fiel y es bello.
El arte que recrean se corresponde, en el área de las plásticas, al momento en el que la religión española fue reinterpretada por los pueblos andinos, alcanzando matices y profundidades de los que la misma experiencia plástica, que se entendía como modo de evangelización, fue uno de sus aspectos. Repetirlo hoy, como cierto cuento de Jorge Luis Borges, tiene el sabor de lo antiguo y una textura que no pudo tener entonces, porque el arte de la conquista española y el del siglo XXI son actitudes humanas distintas.
Más allá de ello, que excede el sentido de esta crónica, la obra que se ve en el Terry es de una belleza delicada que nos permite contemplarla dejando de lado los supuestos ideológicos de aquella evangelización y de la conquista imperial, ver sus cuadros como meras obras de arte en las que dejar pastar nuestra alma.

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El museo Terry abrió estas Pascuas con menú doble. Por una parte, la obra de Ferrán Huici, que se propone en primera instancia como una paisajística pero que no puede dejar de verse como una psicología; y por otra parte, la de los hermanos Choque Galdos que recrean el arte barroco cuzqueño.
Ferrán no puede evitar, a través de una paleta que va puliendo hasta resumir universos en cada detalle, que el retrato de su entorno deje de lado el reflejo de su espíritu, plagado de estados de ánimo y profundidades.
Probablemente un paseo por Juella nos permita encontrar los sitios que lo inspiraron, pero aún con la certeza de la pared del cerro precisa o la pirca en que se basó su obra, la riqueza de Ferrán logra que, siendo sin duda la que vemos, sea en su tela aquello que ven sus ojos. Y sus ojos, tallados en tres décadas de pintar la Quebrada, nos sorprenden al lograr telas en que vemos lo que vemos pero a través suyo.
Podría decírsenos que esto que acabo de decir, menos que definirlo, define al arte, cosa que es cierto sólo en algún sentido. Algunos confunden sus limitaciones plásticas con su visión del mundo, pero del lado creativo de las artes antes que del crítico, se sabe que dar con el sentimiento que se siente ante el modelo es más valioso, y más difícil, que el mero retrato. Y Ferrán Huici se encuentra entre los artistas que lo logran.
Barroco Cuzqueño
Los hermanos Choque Galdos, peruanos radicados en Tucumán, recrean el arte barroco cuzqueño. No es la primera vez que tenemos el placer de ver sus cuadros en las paredes del Terry, cosa que agradecemos a sus programadores. Y lo digo en dos sentidos: por ser la escuela cuzqueña una de las cúspides del arte religioso y del arte americano, y porque el trabajo de los Choque Galdos es fiel y es bello.
El arte que recrean se corresponde, en el área de las plásticas, al momento en el que la religión española fue reinterpretada por los pueblos andinos, alcanzando matices y profundidades de los que la misma experiencia plástica, que se entendía como modo de evangelización, fue uno de sus aspectos. Repetirlo hoy, como cierto cuento de Jorge Luis Borges, tiene el sabor de lo antiguo y una textura que no pudo tener entonces, porque el arte de la conquista española y el del siglo XXI son actitudes humanas distintas.
Más allá de ello, que excede el sentido de esta crónica, la obra que se ve en el Terry es de una belleza delicada que nos permite contemplarla dejando de lado los supuestos ideológicos de aquella evangelización y de la conquista imperial, ver sus cuadros como meras obras de arte en las que dejar pastar nuestra alma.

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