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Recordarán a los caídos en el Crucero

Hoy habrá un acto a las 8 en el Secundario 1 y a las 15.30 en la avenida Yaraví se concretará la ceremonia central.
Jueves, 02 de mayo de 2024 01:00

La sede del Colegio Secundario 1 "Crucero ARA General Belgrano" será escenario hoy a las 8 de la ceremonia conmemorativa de uno de los hechos que marcaron a fuego a los argentinos durante la guerra por la recuperación de las Islas Malvinas. Se trata del hundimiento del crucero General Belgrano el 2 de mayo de 1982. En el ataque murieron 323 marinos argentinos, entre ellos doce jujeños. Luego, a las 15.30, en la avenida Yaraví se concretará el acto central de la evocación. Los jujeños caídos en esta acción fueron Humberto César Alemán, Omar Andrés Chaile, Héctor Hugo Diez Gómez, Raúl Aristóbulo Farfán, Teodoro Laguna, Justo Eustaquio Mamani, Antenor Sajama, Ramón Elías Salazar, Roberto Sancho, Jorge Rubén Torres, Roberto Antonio Úzqueda y Fernando Fabián Zarzoso.

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La sede del Colegio Secundario 1 "Crucero ARA General Belgrano" será escenario hoy a las 8 de la ceremonia conmemorativa de uno de los hechos que marcaron a fuego a los argentinos durante la guerra por la recuperación de las Islas Malvinas. Se trata del hundimiento del crucero General Belgrano el 2 de mayo de 1982. En el ataque murieron 323 marinos argentinos, entre ellos doce jujeños. Luego, a las 15.30, en la avenida Yaraví se concretará el acto central de la evocación. Los jujeños caídos en esta acción fueron Humberto César Alemán, Omar Andrés Chaile, Héctor Hugo Diez Gómez, Raúl Aristóbulo Farfán, Teodoro Laguna, Justo Eustaquio Mamani, Antenor Sajama, Ramón Elías Salazar, Roberto Sancho, Jorge Rubén Torres, Roberto Antonio Úzqueda y Fernando Fabián Zarzoso.

El capitán de navío Héctor Elías Bonzo fue el último comandante del crucero. Nacido en la localidad bonaerense de General Rodríguez el 11 de agosto de 1932, falleció el 22 de abril de 2009 en la ciudad de Buenos Aires.

En una entrevista concedida en 2007 al diario Clarín, Bonzo fue terminante al expresar que el hundimiento del Belgrano no fue un crimen de guerra. "Fue un hecho de guerra. Los actos de quienes están en la guerra, como el ataque del submarino, no son un crimen. Fue un hecho desgraciadamente y lamentablemente lícito. El crimen es la guerra. Nosotros estuvimos en el frente de combate y sufrimos las consecuencias. Yo desde el día 30 tenía orden de disparar y si delante mío hubiese estado el submarino que había salido a la superficie por una avería, yo le tiraba con los quince cañones hasta hundirlo. Llamarlo crimen fue una acción psicológica de guerra".

También relató los momentos previos al naufragio. "Yo estaba subiendo hacia el puente mando cuando me sorprende el primer golpe que pegó en la sala de máquinas de popa. Me di cuenta de que era un torpedo por el olor acre del explosivo. El buque se frenó de golpe y se estremeció como si se levantara al aire. Llegué al puente cuatro segundos después y en ese momento pegó el segundo torpedo. Una columna de agua se elevó 20 metros y cuando cae me informan que faltan quince metros de la proa. El buque se inclinaba a un grado por minuto. En el puente no había un vidrio roto, pero todo el instrumental estaba muerto. A los cuatro minutos ordené largar las balsas al agua... A los diez minutos aún tenía la esperanza de salvar el barco. En las cubiertas bajas la gente estaba totalmente a oscuras, con un incendio, petróleo y vapor saliendo por las tuberías. Era un infierno. Control de averías me informó que era irreversible la situación, a ellos el agua les llegaba a las rodillas. A las 16.23 di la voz de abandono. A las 16.35, con el buque evacuado, yo bajo del puente a la cubierta principal. Había 35 grados de escoriación, el agua tocaba la banda inclinada con el casco hundido nueve metros en el mar. Había dos balsas extras en cubierta que yo estaba liberando, cortando las sogas con un cuchillo que encontré en el piso. De pronto escucho atrás mío una voz en la penumbra de la tarde: vamos, señor comandante. Yo creí que me estaba enloqueciendo, no podía ser que quedara un hombre a bordo. Me doy vuelta y veo una figura humana, con una capucha. No sabía quién era, después me enteré de que era el suboficial Barrionuevo. Le grité de todo: tirate al agua que es tu deber. Él me contestó: no señor, si usted no se tira, yo tampoco. Cuando le repetí la orden y él seguía ahí le dije: vamos a la proa a ver si queda alguien. No encontramos a nadie y volvimos al centro. Yo le dije: arrójese, que yo le prometo que me tiro después. Atamos sogas, mantas y ropa para bajar por el costado del casco inclinado. En ese momento era más fácil morir que vivir, pero yo era más útil vivo que muerto. Se tiró él y luego yo. Nadé ochenta metros y me subieron a una balsa. Quedé tirado en el piso exhausto. A las 17 un cabo me dijo: señor, el buque se está hundiendo. Me asomé y pude ver el torpedazo al costado del crucero que se metía en el agua".

Bonzo fue el último en abandonar el buque que fue atacado por dos torpedos lanzados por el submarino nuclear británico Conqueror.