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Atesora un corazón rebelde que late agradecido a la vida

Fredy Quispe compartió parte de su historia de vida, revelando detalles de su verdadero ser.
Miércoles, 17 de abril de 2024 01:01
FREDY QUISPE | CON EL OPTIMISMO ÚNICO DE VIVIR Y CRECER CON UN EMPRENDIMIENTO PROPIO.

Cuando descubrió que su ser femenino había despertado para dejarlo salir al mundo, Fredy Quispe tenía 18 años. Este jujeño de 67 años que recorre el camino de su vida con un optimismo único, como el que pocas personas saben regalar al mundo compartió sus experiencias revelando su verdadero ser. La sensibilidad y la alegría con cierta nostalgia, se combinan en él al revivir aquellas vivencias que experimentó desde que llegó al mundo gracias al amor de sus padres.

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Cuando descubrió que su ser femenino había despertado para dejarlo salir al mundo, Fredy Quispe tenía 18 años. Este jujeño de 67 años que recorre el camino de su vida con un optimismo único, como el que pocas personas saben regalar al mundo compartió sus experiencias revelando su verdadero ser. La sensibilidad y la alegría con cierta nostalgia, se combinan en él al revivir aquellas vivencias que experimentó desde que llegó al mundo gracias al amor de sus padres.

Fue el 24 de octubre de 1957 cuando nació en El Carmen. "Hasta los cinco años vivimos juntos. Yo jugaba en el níspero, en un columpio y la casita era de adobe", dijo Quispe sobre aquel primer lugar donde dio sus primeros pasos. La vida lo guió hasta el barrio Gorriti, sus hermanos y él fueron inscriptos en el Colegio del Salvador y sus hermanas en el Colegio del Huerto; con la separación de sus padres, todos fueron a estudiar a la escuela Argañaraz. "Mi madre se hizo cargo de nosotros. Ella trabajaba en el hospital 'San Roque' y allí se contagió de tuberculosis. Murió cuando tenía ocho años", comentó Quispe. "Nos vamos a Moreno, Dominicana y Perú, mi papá nos mantiene vendiendo diarios y ahí comienza el cambio total de mi vida", detalló. Es que su ser femenino se empezaba a notar más que lo masculino de su naturaleza.

“MARTITA” | SU NOMBRE DE FANTASÍA,

"Al final terminé mi primaria a los 17 años. Como mi padre era muy estricto, pero sabía que yo era homosexual y no me tenía en cuenta, me sentí más libre, dejé la secundaria y me dejé ser con mis pares en los años 70", expresó Quispe que vivió su época de rebeldía, justo en tiempos de dictadura. Aunque en su mente podía palpar todo eso, era rebelde por demás. "Siendo joven conocí amigos como 'La Pepona'. Cuando nos encontraban en las reuniones, nos llevaban a la policía y barríamos antes de salir", relató este jujeño que a sus 17 años terminó séptimo grado.

Con una sonrisa, recordó que fue un acontecimiento muy especial y un desafío porque quería llegar a su mayoría de edad, a fin de cumplir un sueño: vestirse de mujer. "Era lo que más quería pero no para burlarme, sino porque lo sentía así", comentó Fredy sobre este instante de su existencia, acaso una suerte de provocación a la ley. Sin embargo, él siguió con ese espíritu optimista que lo caracteriza. Es que lo que él quería, ya lo había alcanzado. Entonces, guiado para crecer en su educación se anotó a cursar el nivel secundario. "Terminé quinto año de grande, a los 23 años en el bachillerato de adultos a la noche", dijo con orgullo Quispe que siguió el rumbo estudiantil asimilando su orientación sexual con fortaleza. "Quise estudiar en el profesorado de geografía, pero una profesora que era homofóbica obstaculizó todo.

TIEMPOS DE JUVENTUD | JUNTO A “PEPONA” Y AMIGOS EN UNA REUNIÓN (1º IZQ.).

A todo esto, murió mi papá con el mal de Chagas". Igual, no se dio por vencido y le pidió a Dios que lo ayudara porque sentía que había tocado fondo. Su soledad y no tener a nadie a quien amar, fue lo que le generaba tristeza. Pero no perdió la fuerza en seguir adelante y decidió inclinarse por el rubro gastronómico. "Como no podía pagar la cuota, le dije a la directora de la escuela si podía limpiar como portero. Por las noches tomaba el curso porque necesitaba tener capacitación para mejorar lo básico que sabía. No me pagaron por mi trabajo, pero el mejor premio fue que a los tres años me recibí como chef", describió feliz quien con el tiempo logró entrar como capacitador en Coordinación No Formal hasta llegar a ser supervisor y responsable regional. "A los 65 me jubilé. Después, llegó mi compadre con su hijo de seis años.

Tuvo un problema serio con su mujer y me dio al niño para que lo críe. Desde los seis y hasta ahora que el 12 de abril cumplió 19 años, Maximiliano es como mi hijo", relató. Desde pequeño lo llevaba a la escuela primaria y secundaria. "Nunca sintió vergüenza de mí y salió abanderado. Es mi orgullo, está estudiando kinesiología en la Ucse", contó este padre dedicado que adoptó a una segunda hija de su compadre, Barbarita, con retraso madurativo y autismo. "La adoro, no camina, no ve de un ojito y es sorda de una oreja", dijo quien no deja de ser fiel a su alegría espontánea. Y es que por más que lo difícil se presente, siente la emoción a flor de piel, ya que su vida se ha canalizado en sus dos hijos del corazón.

REGALANDO SABORES | COMO CHEF EN LA ELABORACIÓN DE DELICIAS DULCES.

"Dios me los puso en el camino para demostrarme que aunque hace ocho años me hayan detectado HIV y hace seis años diabetes, mi razón de vivir son ellos", destacó este luchador que desdramatiza lo negativo que pueda suceder y resalta el lado positivo de todas las cosas. "Hoy tengo un emprendimiento gastronómico y es gratificante que me visite gente que me conoció de joven. Sigo siendo el mismo y listo para crear bordados y tener mi mente activa", finalizó este jujeño apasionado por seguir viviendo.