Con su particular forma de ver las cosas, y especialmente de ver el arte, el escritor y poeta Alberto Alabí, lanzó su noveno taller de escritura. Anunció que comenzará el próximo 17 de febrero en su casa de Miraflores, titulado Taller de Cuaresma.
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Con su particular forma de ver las cosas, y especialmente de ver el arte, el escritor y poeta Alberto Alabí, lanzó su noveno taller de escritura. Anunció que comenzará el próximo 17 de febrero en su casa de Miraflores, titulado Taller de Cuaresma.
Cada taller desde hace seis años, tuvo un nombre y una motivación diferentes.
Lo cierto es que el taller tiene una modalidad especial dictada por su experiencia. Cuenta que está basado en un proyecto que diseñó a lo largo de cuarenta años. "Tengo un sistema para que el que no sabe escribir termine escribiendo, y logre su propia estilística", dice en conversación con El Tribuno de Jujuy.
El Taller de Cuaresma se dictará durante ocho sábados, en el horario de 8.30 a 13. Los interesados pueden requerir mayores informes e inscribirse comunicándose al teléfono 3884170535.
En esta oportunidad, se plantean cinco objetivos que él describe como 5 x 5, puesto que el primero propone escribir 5 coplas picarescas, 5 coplas de despedida, 5 de llanto por la partida, 5 de nuevo amor y de amor perdido; el segundo, propone escribir 5 cuentos de terror y 5 cuentos libres; el tercero 5 tangos; el cuarto, 5 zambas o cuecas o bailecitos; y el quinto, 5 leyendas jujeñas históricas o de ficción. También adelanta que habrá un sexto objetivo, bonus a determinar.
El taller, mejor denominado por él como escuela, cuenta con participantes muy diferentes en edades, formaciones y preferencias.
Y el resultado propuesto siempre es una escritura polifónica, tal como la define Alabí, puesto que las obras se escriben entre todos.
"En la escuela pasan cosas buenas y malas (a los participantes), hay gente 80 años y de 19, hay profesionales y gente que no ha terminado la secundaria", comenta el coordinador.
Pensando y reflexionando un poco, prefiere decir que "no es un taller, no vengo a promocionar un taller de escritura, vengo a comentar lo que es un movimiento literario que rompe con las instituciones que paralizan la cultura de Jujuy", y entonces entra en un estado de análisis y afirma que no es sólo la cultura, sino el arte. "Mixturan todo, y entonces la empanada es lo mismo que un soneto y no es así", dice tajantemente.
Entiende que "el arte tiene que decir cosas, a veces, cosas que son espantosas, y es el único lugar en que se admite y es necesaria la xenofobia, porque tenés la obligación de contar las nimiedades de tu pueblo. Alguien que no es de acá, cuenta las cosas como turista siempre. A Jujuy vienen cineastas, escritores, fotógrafos, pintores de otro lado y tienen una visión turística, no artística de lo que es Jujuy. Luego aparece la necesidad de ganar plata y mixturan cultura, arte y turismo. Y todo va a la misma bolsa, todo se pierde y se hace un guiso gusto a nada".
Por esto es que concluye que la xenofobia es necesaria, "porque no podemos hablar del lenguaje de la falsa inclusión. El lenguaje tiene sus propias reglas. No se puede hacer nada en contra de la potencia natural de la lengua".
Y entonces explica que "éste es un taller de arte porque vienen viejos jujeños que escriben desde antes. Por ejemplo, hay dos hijos de grandes escritores jujeños. Uno es Hugo Pemberton, que es hijo de Margarita de Pemberton, una gran escritora porteña que se declara jujeña y escribe para Jujuy; y la hija de Mario Busignanni, uno de los fundadores de Tarja (movimiento cultural regional de la década de los 60 en nuestro país, de gran trascendencia a nivel nacional-".
La modalidad
Continuando con las particularidades de sus talleres cuenta que "va gente que sabe mucho de literatura y que escribe muy bien, y hay gente que no tiene idea, y ahí se forma la polifonía. Ahí habla el que no tiene mucha voz en literatura, junto al que sabe de literatura y terminamos haciendo una novela polifónica. Yo doy un argumento que está tomado de un viejo libro mío, 'Bitácora del aire', cada uno toma un personaje, y hay dos personas en un globo aerostático que dirigen una revolución. Después que escribimos, cantamos, comemos y copleamos, y uno nos canta su tango, y otro nos canta su zamba. Cantamos piezas viejas, como zambas de Marta Mendicute, recitamos poemas de Jorge Calvetti, hablamos de Libertad Demitrópulos, la gran escritora jujeña; y de infinidad de escritores que están cayendo en el olvido", describe Alabí.
Ya en notas anteriores, Alabí había comentado que en sus talleres se terminaba armando una cofradía, una hermandad, que luego resultaba en un libro publicado.
Esto se viene desarrollando desde algunos años y ya se presentaron seis libros resultantes.
"Es una escuela y hay que producir", asegura, "es un ritmo muy exigente. Cuatro horas todos los sábados, hablando de literatura. Incluso hay alumnos virtuales, una española y otros de otras provincias argentinas". Sin embargo, no es muy adepto de la virtualidad, "porque se pierden muchas cosas. El que está en la virtualidad, digitaliza todo y pierde los matices. No hay peor cosa que la digitalización, porque pierde la resonancia", explica.
Cada participante escribe a su manera, y en su momento, pero lo que tiene esta escuela, según su mentor es que "rompe con uno de los conspiradores del arte, que es el narcisismo individualista. Somos un grupo de gente que escuchamos cosas, y podemos escribir cosas en conjunto, perdiendo la individualidad y la egolatría y hacemos una novela polifónica, donde hay individuos que ceden su personalidad al todo de la obra. Esto es un gran logro, ¿Sabés lo que es matarle el ego a un artista en ciernes?", dice.